Con más fuerza que luces Alcoyano y Hércules sellaron un empate sin goles de El Collao. No fue un encuentro brillante, más bien de pocos lujos, pero sí se desplegó trabajo e intensidad, virtudes que cubrieron un choque sin pegada. Dos acciones claras hubo a lo largo del encuentro, una por cada bando. El Alcoyano la tuvo en las botas de Óscar López en la primera parte y ahí entró en escena Chema; el Hércules la encontró en la segunda, concretamente en minuto 92, y ahí el que apareció fue Marc Martínez para atajar un disparo de Gato con todo a favor y sin oposición desde dentro del área. Entre una y otra, poca cosa en las parcelas de definición. Para ser más exactos, mejor dejar constancia que no hubo nada.

Manolo Herrero repitió convocatoria, pero alteró considerablemente el once inicial con respecto a la jornada anterior. En la portería colocó a Chema en lugar de a Iván Buigues; en defensa sorprendió relegando a Álex Muñoz a la suplencia y optó por Atienza; en el centro del campo, Juanma Espinosa ocupó el hueco de Miñano; en la banda, Alex Gallar entró por Nieto y en ataque Mariano suplió a Portillo.

Fue el Alcoyano quien acabó proponiendo más argumentos en la zona caliente, embistiendo con más repetición. Abraham, otrora jugador pretendido por el Hércules, se empeñó en imponer su presencia por la banda y ofreció destellos. La gasolina le duró 45 minutos.

La mejor y única ocasión del primer acto la protagonizó Óscar López, un interesante defensa con buena planta y fuelle, que sorprendió con un disparo seco desde dentro del área y que obligó a Chema a intervenir con acierto para atajar en dos tiempos.

Al Hércules le faltó dibujo. Empujado por un Alcoyano punzante, el bloque de Herrero no acertó a diseñar fútbol, ni encontró las bandas que con tanta facilidad aparecieron en la jornada inaugural ante el Atlético Levante. El brío sobre el césped plasmó un interesante cuadrilátero en El Collao, pero la pegada nunca alcanzó el mentón del oponente.

Por el costado izquierdo, Gato tardó en oler la pelota y por la derecha, Gallar vio el campo al revés. Sin traza constructiva enfrente, el Alcoyano se coló en el balcón herculano con la fuerza y empuje de la gente de atrás, pero también se le hizo de noche más allá de la frontal.

El equipo de Herrero sufrió un contratiempo al cuarto de hora. Mariano, con presencia ofensiva hasta ese instante, se lesionó en un choque fortuito y tuvo que ser sustituido por Portillo. El guión no cambió. Espinosa se encontró más a gusto estorbando que creando y Cuevas no encontró acomodo en la zona atacante. A base de intensidad, el choque ofreció combustión y solidaridad para frenar al oponente, pero nunca armas para desbrozar por delante. Hubo respeto entre dos conjuntos bien armados, diseñados para la pelea, bien equipados y dispuestos a correr sin escamotear sacrificio. Y faltó fútbol por la escrupulosa vigilancia y la falta de ingenio. En cambio, sí hubo tralla para colonizar un encuentro con alternativas en el dominio.

Sin Miñano en el campo, al Hércules le faltó diseño. Por lo demás, no se notaron mucho las ausencias con respecto al primer partido de Liga. Y eso dice mucho y bien del plantel configurado este año, con un fondo de armario capacitado para lucir en toda fiesta. Jugando por la periferia de las áreas, ambos conjuntos animaron la grada en los minutos finales. Un error de Rafita habilitó a Alfaro en una acción que pudo decantar el triunfo hacia el Alcoyano en la última recta. Sin embargo, la capacidad de reacción de la defensa herculana evitó el mal.

Quien la tuvo en sus botas como la debió disfrutar Fernando VII fue Gato. Un balón servido en horizontal en el área, sin marca que le soltara el aliento, botando y a la pierna buena encontró un potente chut al muñeco resuelto por la pericia del guardameta Marc Martínez. Corría el minuto 92 y la oportunidad servida llevaba la etiqueta que todo delantero quiere para sí en un momento del partido. Ahí, solo ahí, pudo decantarse el triunfo hacia el Hércules.

Al final se dio lo que uno y otro merecieron: ni ganar ni perder.

El empate no causa dolor en ambos conjuntos, dos equipos con buena presencia. Faltaron uñas para arañar, pero lo que se ve no disgusta. Al contrario. Todos salieron felices.