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Leyendas herculanas

Guixot: El corazón que estalló en La Viña

El presidente perpetuo del Hércules falleció tras un infarto durante un partido ante el Real Madrid

Guixot y el directivo Agustín Gonzálvez. VICENTE MESTRE

Alfonso Guixot comenzó a sentirse indispuesto en el palco, minutos antes de que Alfredo di Stéfano cerrara la cuenta con el cuarto gol que otorgaba al Real Madrid un abultado triunfo (0-4) en La Viña el 16 de noviembre de 1955. Lo peor llegó después. El presidente del Hércules bajó al vestuario para calmar los caldeados ánimos contra el colegiado de turno, Blanco Pérez, y enmedio del tumulto su corazón falló. El diagnóstico del doctor Ribas Soberano fue claro: infarto de miocardio. El dirigente herculano fue trasladado al Perpetuo Socorro, de donde salió días después para iniciar un proceso de recuperación en su casa de Aigües. La herida interna, sin embargo, había sido grave y el 25 de enero dejaba de existir en su domicilio alicantino de la calle Teniente Coronel Chápuli número 2, corriendo la misma suerte que su hermano Álvaro, que años antes, también en un partido del Hércules, dejaba de existir fulminado por un infarto en su butaca del estadio Bardin.

Alfonso Guixot Guixot (Alicante, 9 de agosto de 1904) fue presidente del Hércules en dos etapas (1952-53 y 1954-56). Empresario de éxito y amante de todo lo alicantino, Guixot entró en el club herculano tras acumular una notable fortuna que comenzó a amasar desde joven. Comenzó con una contrata de transporte y distribución de carne y pescado del Mercado de Abastos y regentó cines y locales de la época, tanto en Alicante (Capitol, Rialto, Ideal) como en localidades importantes de la provincia como Elche, Elda, Torrevieja y Villajoyosa. Su actividad más destacada, sin embargo, giró alrededor del mundo taurino al hacerse cargo de la gestión de la plaza de toros de Alicante tras el fallecimiento de su padre, Álvaro Guixot Martínez. En ese terreno, Alfonso apenas tuvo competidores. De su mano llegó a Alicante varias veces Manolete, que siempre colgó el cartel de 'no hay billetes'.

Ese afán de contar siempre con lo mejor lo trasladó al fútbol, cuando entró en el Hércules como miembro destacado del denominado «bloque de salvación» el 7 de agosto de 1952. Empeñado en llegar a Primera División, Guixot se quedó a las puertas en la primera temporada, tras alcanzar la promoción de manera brillante.

Devoto de la Santa Faz, conocidas eran sus arengas a la afición en periódicos y radios de la época para llenar el estadio ante citas trascendentes. Una de las más recordadas, citada por Vicente Ramos en su libro sobre la historia del Hércules, apareció el 26 de abril de 1953, en la previa de un partido ante el Jaén que ponía el juego la clasificación para disputar la promoción de ascenso: «Nunca, en el tiempo que llevo presidiendo los colores de nuestro Hércules, he sentido la emoción que me embarga en estos momentos. Emoción por lo que supone para nosotros el partido del domingo al que llegamos con la ilusión de clasificarnos para la liguilla que nos ha sido tan esquiva en otras ocasiones. Alicantinos: que la jornada de mañana podamos escribirla con letras de oro en la historia de nuestro club».

Aquel encuentro se ganó por 4-0, con actuación destacada del vilero Calsita, y el público que abarrotó Bardin obligó a Guixot a salir al campo para tributarle una gran ovación.

Sin embargo, la fase de promoción acabó en fracaso. El Hércules quedó en el último lugar de la liguilla que también disputaron el Coruña, España Industrial, Celta, Tetuán y Avilés. Guixot no digirió bien el papel desempeñado por el equipo y decidió dimitir alegando problemas de salud. Los pasos del presidente también los siguió el entrenador, Gaspar Rubio. Pero sólo sería un 'hasta luego'.

Ascenso y regreso

Al año siguiente, el Hércules, con la base del bloque anterior, presidido por Juan Pastor y entrenado por Amadeo Sánchez, completó una temporada extraordinaria que le llevó a Primera División, éxito que se culminó venciendo en Bardin por 2-0 a Osasuna con un once que quedó grabado en la memoria de los buenos aficionados: Campillo, Llebaría, Navarro, Santos, Alvarín, Ernesto, Durán, Pina, Roth, Marsal y Armengol.

Juan Pastor dejó el cargo unos días antes de conseguir el ascenso y, tras consumarse, se organizó una nueva directiva que centró su mirada en volver a contar con Alfonso Guixot. Finalmente, el empresario taurino aceptó regresar a la presidencia y, como primera medida, decidió trasladar al equipo al estadio La Viña para aumentar la capacidad a 25.000 espectadores creando nuevos graderíos, algo que era complicado realizar en Bardin.

Con Patricio Caicedo como técnico, el Hércules completó una buena campaña en la máxima categoría, que finalizó con los alicantinos en sexto lugar. De hecho, los primeros clasificados, Real Madrid, Barcelona y Athletic, no pudieron doblegar a los alicantinos en alguno de sus dos enfrentamientos durante la campaña. El primero en quedar frenado ante los blanquiazules fue el Madrid, el 3 de octubre de 1954 en La Viña. El conjunto blanco, liderado por Di Stéfano, Miguel Muñoz y Rial, sólo pudo empatar en la recta final del partido cuando Joseíto neutralizaba el tempranero gol anotado por Xirau a los 29 minutos de juego. Aquel encuentro comenzó casi una hora más tarde sobre el horario previsto a causa del espectacular lleno que registró La Viña. Tuvieron que intervenir las Fuerzas de Seguridad y personal contratado para acomodar y desalojar del terreno de juego a numerosos espectadores que invadían la cancha.

No fue el Madrid el único que sufrió en La Viña: El Atlético cayó contundentemente derrotado (4-0) con goles de Rodríguez, Armengol, Armando y Mekerle el 7 de noviembre. El Barcelona también se vio impotente ante los alicantinos. Perdió en Alicante por 1-0 (gol de Xirau) con Ramallets, Moreno, Kubala y Manchón en sus filas, y empató en Les Corts (1-1) en la última jornada de Liga, donde también vio puerta Xirau.

En el lado oscuro quedó la contundente derrota en Mestalla (8-2) frente al Valencia de Quincoces, Puchades y Pasieguito, y ante el Sevilla de Helenio Herrera (6-1).

En todo caso, Guixot quedó más que satisfecho con el sexto lugar que quedó plasmado en la clasificación final, por delante de clubes como el Atlético de Madrid. Pese a ello, decidió, otra vez, presentar su dimisión por problemas de salud el 2 de junio, días después de que la asamblea general del club le ratificara en el cargo mostrando toda su confianza. En esta ocasión, sin embargo, a requerimiento del Gobernador Civil, volvió a hacerse cargo de la presidencia.

La siguiente temporada, 55-56, fue otro cantar. El 9-0 encajado en el Metropolitano en la jornada inaugural, que dejó al guardameta Campillo llorando desconsolado en el vestuario, fue el preámbulo de una campaña nefasta.

Caicedo aguantó seis partidos en el banquillo. Fue sustituido por José Iraragorri. Pero las cosas no mejoraron. Así se llegó a la jornada 9, con la visita el Madrid, que golea, deja al Hércules como colista y el corazón de Guixot estalla en La Viña con un infarto de miocardio. Semanas después, el 25 de enero de 1956, el empresario alicantino fallece en su domicilio.

Según refleja el diario INFORMACIÓN en su edición del viernes 27 de enero de 1956, el entierro «constituyó una gran manifestación de duelo» en Alicante.

Desde el domicilio de Guixot, en Teniente Coronel Chápuli, hasta la concatedral de San Nicolás el féretro es llevado a hombros de toreros como Vicente Blau «El Tino» y Pacorro, así como por jugadores del Hércules como Santos, Campillo, Ernesto y Belló, y también por empleados de los cines Capitol, Rialto e Ideal.

Días después, el Hércules declaraba oficialmente a Alfonso Guixot «presidente perpetuo» del club alicantino.

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