Carlos Sánchez Laso, árbitro extremeño, se encargó de provocar lo que el Cádiz era incapaz de hacer: tumbar al Hércules. Un penalti delirante, esperpéntico, cómico y fingido allanó el camino al conjunto gaditano al final del primer periodo, pocos minutos después de que escamoteara una pena máxima clara sobre Chechu en el área contraria que, además, debió conllevar expulsión del gaditano Óscar Rubio. Con ello, el trencilla extremeño acabó abriendo espacio y vía libre a la sospecha que sobrevolará durante muchos años sobre la eliminatoria de promoción de ascenso entre gaditanos y alicantinos, resuelta a favor de los primeros merced a decisiones arbitrales que condicionaron tanto el resultado en la ida como el de la vuelta.

En un escenario digno de un gran partido, el Hércules sucumbió herido por factores externos, nunca por un Cádiz que acabó pequeño, temblando, a punto de morir en el minuto 90 con una gran ocasión malograda por Portillo, que cruzó el balón ante Aulestia en un remate que salió lamiendo el poste. Visto lo visto con anterioridad, cabe preguntarse si esa jugada hubiera quedado invalidada por alguna extraña o inventada razón si el balón llega a entrar, pero lo cierto es que la ocasión fue tan clara que casi todos los jugadores herculanos cayeron desplomados al ver que el cuero se marchaba fuera cuando la trayectoria apuntaba hacia dentro.

Todas estas estampas colorearon de gris un encuentro para la leyenda negra del Hércules, decorada desde el pitido final con todo tipo de declaraciones que apuntan a un lado sombrío, a un partido jugado de forma previa en los despachos.

La imagen de Chechu Flores saliendo del terreno de juego bajo la intensa lluvia, extendiendo la palma de su mano izquierda para ser golpeada con el puño de su diestra -claro gesto para describir un amaño con dinero por medio, al tiempo que fijaba su mirada en el palco donde estaba el empresario murciano Quique Pina, factótum del Cádiz- describe el sentir general de un equipo que no dudó en calificar de atraco lo sucedido ayer en el Carranza, percepción que también se vio reflejada en las redes sociales tras observar con detalle la acción entre Atienza y Servando en el área herculana cuando se cumplía el último minuto de la primera parte.

Pura comedia lo que aconteció en ese instante decisivo. Nada que ver con el fútbol y sus genes. Una falta lateral botada sobre el área colgó la pelota sin encontrar rematador. Al fondo, Atienza y Servando están juntos hasta que el segundo, con habilidad, se deja caer como fulminado por un rayo. El árbitro señala con timidez el punto fatídico ante el estupor general, de propios y extraños. Resulta complicado tragar una decisión circense de tal gravedad. Más si cabe cuando minutos antes había pasado por alto no solo un penalti a favor del Hércules, sino también la expulsión de Oscar Rubio, que empujó a Chechu Flores cuando este se disponía a fusilar a Aulestia tras colarse en el área después de trazar una vertical con el balón atado al pie.

Con ello, del show de Sánchez Laso salió victorioso el Cádiz, al que únicamente se le vio en los compases iniciales mediante aperturas a las bandas y un disparo de Kike que despejó Chema. Nada más. El penalti inventado, de guasa, fue anotado por Jona (1-0, m.45) y de ahí se pasó al vestuario.

Tras el descanso, el Hércules tomó decididamente la iniciativa con David González. El canario, que antes del descanso ya imponía su presencia, mantuvo excitado al cuadro alicantino, de nuevo superior al Cádiz.

Hubo un disparo de Miñano que debió tener premio y alguna incursión en el área, donde faltó pegada.

Herrero echó a su equipo adelante sacando a Lázaro del terreno por Sugi. Restó contención y aumentó el riesgo colgando a Atienza como delantero centro, al tiempo que colocó a Portillo por Fernando, y a Fran por David González. El puzzle remitió a un fútbol a la desesperada para propiciar una acción que decantara hacia el otro lado la eliminatoria.

Excitado el Hércules y agrietado el Cádiz, el partido entró en una fase de fuerza y brega bajo el aguacero. Decidido Chechu, incisivo Peña, vertical Miñano... Hubo triangulación, intensidad y ganas, muchas ganas , aunque sin la cordura necesaria dada la ausencia de David, que salió cojeando.

Con todo, la oportunidad llegó en el minuto 90, con un balón peinado al área que cayó en las botas de Portillo. El delantero se lo acomodó a su zurda y cruzó ante Aulestia, pero la pelota no quiso entrar y salió lamiendo el poste. Llevaba camino para el festejo, pero se fue fuera, por media pulgada, por nada. Ahí acabaron las esperanzas del Hércules, si realmente tenía alguna.

Con el equipo volcado, Chema evitó el segundo tanto del Cádiz y el partido acabó con la policía por enmedio para proteger al árbitro de la ira de los jugadores del Hércules. De hecho, Chechu Flores fue expulsado con roja directa en el tumulto.

Nada hay que reprochar al esfuerzo, determinación y empuje del cuadro alicantino, superior a su rival tanto en la ida como en la vuelta. En Alicante, el Cádiz salió con vida merced a una errónea decisión arbitral, una falta clara sobre Chema que el árbitro pasó por alto en el gol gaditano.

En el Ramón de Carranza también fue el trencilla quien dio vida al conjunto amarillo. Vive el Cádiz, pues, pero no porque fue mejor que el Hércules, que en esta promoción de ascenso ha exhibido un bloque compacto y buenas maneras sobre el campo. Otra cosa son las estrategias y/o habilidades lejos del césped.