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El Síndic pide a Xàbia que baje el volumen de sus campanas

El consistorio debe tomar medidas para «reducir realmente» la contaminación acústica de los toques de la iglesia del Loreto y de la megafonía de las misas

Imagen del la iglesia del Loreto de Xàbia y de su campanario exento.

El vecino bullanguero no es esta vez una discoteca ni un concurrido local de copas. En el meollo del barrio marinero de Xàbia (el núcleo de Duanes), las campanas suenan a todo trapo. Y la megafonía exterior de la iglesia del Loreto también está subida de decibelios. Los residentes ya llevan años de quejas. El toque de las campanas los sobresalta. Y los altavoces de las misas atruenan. Ahora el Síndic de Greuges les ha dado la razón y considera que, por muchas salvedades que se puedan hacer con los ritos tradicionales, las campanadas y la megafonía de las misas también pueden alterar el derecho sagrado al descanso.

El Síndic José Cholbi, quien personalmente conoce el problema pues es de Xàbia, ha instado ahora al ayuntamiento a «seguir controlando y exigiendo» que se tomen las «medidas necesarias para reducir realmente al máximo posible las molestias acústicas denunciadas». Advierte de que los límites de decibelios no deben rebasarse «ni en el interior de las instalaciones ni en su área de influencia».

No es la primera vez que el Síndic pide al ayuntamiento que cumpla la normativa de ruidos en la iglesia del Loreto. Ahora le afea que «hasta la fecha no haya resuelto» este problema de contaminación acústica, «agravado por el ruido que procede de las retransmisiones de las misas».

Los vecinos, en su última queja, argumentaban que el tañido de las campanas del templo del Loreto «penetra» en sus casas «a más del doble de decibelios permitidos por la ley, violando el derecho constitucional a la intimidad e inviolabilidad del domicilio».

La parroquia sí trasladó al Síndic su voluntad de rebajar la intensidad de los toques de campana e instalar un regulador del volumen de los altavoces que dan a la calle.

El Síndic admite que el ayuntamiento sí ha tomado medidas para mitigar los ruidos en el interior del templo, pero «con ser importante, no es suficiente», precisa. «Debe procurarse que dichos controles se exijan y se lleven a cabo también en el área de influencia de la iglesia».

El consistorio aprobó ayer en pleno una ordenanza de convivencia ciudadana que le da más margen de maniobra a la hora de atajar el bullicio. La ordenanza que estaba en vigor, de 1953, daba cobertura a que las campanas, como manifestación religiosa, resonaran sin límite. El tiempo de lanzar las campanas al vuelo quedó atrás.

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