El «gol cantado» que falló Javi Casares en el minuto 94 ante el Mestalla le dejó tan «tocado» que apenas se le podía hablar en el vestuario y, de hecho, él no quiso ni atender a los periodistas. Ayer rompió su silencio y reconoció que está lejos del nivel mostrado en equipos también históricos como el Oviedo, Alavés o Granada. La pasada temporada marcó 11 dianas con el Amorebieta y aún no se ha estrenado como blanquiazul.
¿Ha pasado ya la página de esa jugada en el minuto 94 que pudo suponer el 2-2 contra el Mestalla?
Sí, he pasado unos días muy jodido, pero ya he pasado la página porque de nada sirve darle vueltas al pasado. No puedo volver atrás en el tiempo y meterla. Tengo que estar con los cinco sentidos puestos para el partido contra el Alcoyano y en eso estamos trabajando ya todos.
Su compañero Fernando falló también una ocasión clara y no pudo pegar ojo el domingo. ¿A usted también le afecta así?
Sí, fue una noche muy mala. Los que sentimos el fútbol lo pasamos mal. El equipo jugó casi todo el partido con uno menos y yo tuve el empate en una acción muy clara, pero no le quiero dar más vueltas. Por suerte el fútbol te da la posibilidad de resarcirte cada semana y vamos con toda la ilusión del mundo a Alcoy.
La lista de lesionados se asemeja bastante a un parte de guerra, sólo hay 13 jugadores profesionales en este momento...
Parece que nos haya mirado un tuerto, pero mientras seamos once disponibles para poder jugar...
Las numerosas bajas también han afectado al rendimiento del equipo...
Todo afecta, y cuando somos tan pocos los entrenamientos tampoco son iguales, pero mientras seamos once...
¿Por qué el Hércules no está rindiendo en el Rico Pérez?
Está claro que los dos últimos partidos (ante Villarreal B y Mestalla) no han sido buenos y el lunes vimos en vídeo los errores que cometimos. También es verdad que los filiales aquí se crecen, el Rico Pérez es un escaparate para ellos y los dos estuvieron de «chapeau». Los niños del Mestalla iban como aviones del centro del campo hacia adelante.
Usted visitó el año pasado muchos campos como el de El Collao que se encontrará el domingo...
Sí, de hecho, yo jugaba en uno muy parecido como local en el Amorebieta. Sabemos que el Alcoyano peleará a muerte todos los balones y además es un equipo en línea ascendente y que ha conseguido dos victorias seguidas cuando parecía que estaban muertos.
Tras sumar un punto de seis en el Rico Pérez, el Hércules debe mostrarse ambicioso en Alcoy...
Hemos sacado un punto en los dos últimos partidos y parece que vayamos octavos, hay que tener tranquilidad, no nos pueden entrar los nervios y las prisas tan pronto. Al margen de esto, vamos a pelear en Alcoy por puntuar.
¿Cómo valora su rendimiento en este primer tercio de Liga?
No estoy bien, lo admito. Sólo me he visto fino en un par de partidos. Tal vez si hubiera marcado la ocasión clara que tuve en Hospitalet o la del Mestalla ahora tendría más chispa y confianza. Pero creo que con el trabajo todo llega y estoy trabajando duro. No me encuentro igual que en temporadas anteriores y eso que estoy encantado con el club y la ciudad.
El director deportivo Dani Barroso ya le fichó para el Alavés y confía mucho en usted...
Sé que tengo que aportar más, pero no me puedo poner nervioso ni presionar más de la cuenta.
Su rol este año en el Hércules tampoco será el mismo que tenía el año pasado en el Amorebieta...
Eso da igual porque también jugué a buen nivel en equipos como el Granada, el Oviedo o el Alavés. Aunque está claro que la competencia que tenía en el Amorebieta no es la misma que la de aquí.
Tras cuatro años entre el País Vasco y Asturias, ya era hora de que un andaluz empezara a bajar...
(Risas) Y tanto que sí. Tenía ganas de ver un poco más el sol. Mi familia y yo estamos encantados con la ciudad y el club, sólo falta que las cosas me salgan mejor.
¿Usted también resalta las bondades del grupo humano que hay en el vestuario?
En todos los años que llevo en el fútbol nunca he estado en un vestuario como éste. En Vitoria también había un grupo espectacular, pero éste es todavía mejor, no hay nadie por encima del otro. El compañerismo es enorme.
