El inicio de la temporada del filial amarillo no ha sido el soñado ni el deseado, con solo dos victorias después de nueve jornadas de Liga. Por esa razón está inmerso en la zona baja de tabla. También es verdad que ha disputado un partido menos, ya que se aplazó, hace un mes, el de Badalona por la inundación del campo. A fin de cuentas el Villarreal B está sufriendo lo que suelen padecer casi todos los filiales, el típico periodo de adaptación de veinteañeros a una categoría donde abundan los treintañeros. Un detalle que suele acelerar el proceso es que fichar a tres jugadores de «veintimuchos» para equilibrar el grupo. Esto suele hacerse cuando el club aspira a ascender. No parece el caso. La planificación del mini Submarino ha ido dirigida a formar futbolistas. Por eso han llegado el objetivo han sido los filiales: Bañuz (Barça B), Puerto (Sevilla B), Shvets (Zaragoza B), Sol (Castilla) y Naranjo (Recre B). Lo cierto es que ha tenido el control del juego en casi todos los encuentros que ha disputado, además de innumerables ocasiones. Sin embargo, el fútbol no se conquista a base de méritos, sino de marcar más goles que el rival. Es aquí donde hay un desequilibrio. Los chicos de Paco López están mostrándose endebles en la retaguardia. La última jornada fue un claro ejemplo. Errores individuales mataron las esperanzas de alcanzar los tres puntos frente al Mallorca B (2-2). En resumen, la defensa y los delanteros cometen fallos infantiles. Pero bueno, esta circunstancia entra dentro del guión. Es de suponer que el filial irá en línea ascendente en cuanto coja confianza. Otro tema que deberá solventar López serán las bajas de última hora ante las futuras llamadas del primer equipo. Adrián es un buen ejemplo. Pese a su corta edad ha enamorado a Marcelino. Puerto va camino de ello. Como siga aportando tanto criterio Sergio, también. Con Nahuel está claro. Hacerlo bien en el Rico Pérez les ayudaría a acortar el camino.