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Pacheta afina con otra fórmula

El Hércules sentencia al Sant Andreu con media hora de presión y buen fútbol - El juego decae tras el descanso con el equipo dedicado a conservar la renta - Portillo y Adriá Granell, autores de los goles

Media hora de buen fútbol elaborado con una nueva fórmula bastó al Hércules para deshacerse del Sant Andreu, un equipo encogido, sobrepasado por un arranque ambicioso y de buen gusto. En esos treinta minutos iniciales al Hércules le dio tiempo a arrancar la piel a su enemigo, desbordado y con la cabeza gacha ante un vendaval que amenazaba con daños mayores.

Ese cambio sustancial en el bloque alicantino llegó propiciado por una nueva fórmula que dotó de sentido el centro del campo. Pacheta escarbó entre la plantilla hasta señalar como catalizador a Adri Cuevas, uno de los jugadores con mejor relación con la pelota. El nuevo tablero sacrifica al cordobés como segundo punta, pero gana un mediocentro de buen manejo y visión.

Con Cuevas al lado, Lázaro es mejor jugador. El vallisoletano funciona como un percherón incansable levantando muros por el centro del campo. El lazo del conjunto apareció con Casares, que abandonó la banda para picotear como enlace del punta. Con todo ese movimiento, las bandas también ayudaron a activar un duelo que divirtió y entretuvo durante la mayor parte del primer acto, con el Hércules inalcanzable para su enemigo catalán.

Bajo los focos también se colocó Portillo, que regresó a la titularidad y se dedicó a hacer lo que se le pide/exige. El madrileño aportó trabajo y abrió el marcador con un soberbio remate de cabeza adelantándose a su marca para colar el cuero por una rendija junto al primer palo (1-0, m.19). Remando con fuerza, el partido señalaba gozo. Tiempo hacía que no se veía en el Rico Pérez una superioridad tan clara sobre un adversario. Sin noticias del Sant Andreu, el Hércules se gustó a base de geometría. Desplegó alas y olisqueó constantemente el área visitante, con la pelota siempre alojada en el cuarto de estar del conjunto barcelonés, incapaz de tapar tantos agujeros.

Únicamente un despiste defensivo ocasionado por un absurdo exceso de confianza de Álex Muñoz pudo costar un disgusto. La pérdida de balón en la zona roja no fue aprovechada por Noha, al que se le hizo de noche al ver de cerca a Chema. El error sí pasó factura a Álex (volvió a titubear en una nueva acción que exigía enviar el cuero a los focos en lugar de jugar con fuego) que acabó siendo sustituido en el descanso.

A la media hora, el Hércules finiquitó el compromiso con un segundo tanto tras culminar un rápido contragolpe conducido por Casares. El pequeño jugador herculano ató la pelota a su pie en un vertiginoso esprint de veinte metros antes de puntear con mimo el cuero para el relevo, Adriá Granell, que coló en el pasillo para desviar el balón con precioso beso de su bota ante las narices del portero. El esférico entró brincando de alegría, festejando el desenlace de una obra bien hecha (2-0, m.29).

Sorprendentemente, el Hércules llegó hasta ahí. Con la ventaja clara y el partido ejecutado, el bloque de Pacheta se desconectó del juego creativo. En el segundo tiempo, los alicantinos decidieron jugar a otra cosa, nada que ver con las formas empleadas con anterioridad. El balón cambió de manos y se cedieron demasiados metros al rival, abandonando abruptamente ese banquete de fútbol que tan a gusto dejó a la parroquia durante la primera parte.

La verticalidad desapareció como por ensalmo. E hizo acto de presencia un fútbol plano, defensivo, sin más interés que mantener a raya al Sant Andreu.

Resuelto el marcador, el Hércules optó por amarrarlo al árbol. Y no miró más allá. Rechazó causar molestias y, de hecho, únicamente registró un par de ocasiones con remates de cabeza de Atienza y Casares. En el primero, un defensor del Sant Andreu evitó el gol bajo los palos; en el segundo, el cuero se paseó por la línea hasta salir junto al poste.

Los catalanes mejoraron tras el descanso. Piti, enfadado por el rendimiento en el tramo inicial, introdujo dos cambios de tacada en la reanudación. Pero fue el Hércules, más que la variación táctica del contrincante, quien le dio permiso para caminar por el campo con la cabeza más alta.

Pese a todo, al Sant Andreu le faltan demasiadas cosas para caminar con acierto por los últimos metros. Por su parte, el conjunto alicantino se maneja bien con una línea de cuatro que muestra firmeza, sobre todo por las bandas, donde Rafita y Paco Peña alcanzan nivel y velocidad de crucero en este mar de la Segunda División B.

Para solucionar carencias, Pacheta coló a Martins en la recta final. No sirvió de mucho. El vasco carece todavía de la finura necesaria, no acaba de ajustar su misión en la medular. Su presencia no intimida.

Los minutos fueron pasando sin sobresaltos hasta hacer buena la renta adquirida en la primera media hora. Aprobado el dibujo, ahora lo que hace falta es alargar los trazos que aparecieron en ese tramo inicial que resolvió el partido.

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