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La deuda continúa

El Hércules no consigue remontar el vuelo al empatar ante un Huracán que se dedicó a defenderse

El delantero Fernando cae de forma acrobática en su pelea con Amarilla, capitán del Huracán. rafa arjones

El partido pudo cambiar en una jugada. Y esa jugada pudo cambiar muchas cosas. Hablamos del último instante, del último suspiro, de ese balón que, colgado al área, encuentra la cabeza de Portillo en el punto de penalti; de ese remate ejecutado con gesto acertado, marcando plazos, aplicando el manual. Pero la pelota, tras tocar en el piso, hizo un extraño y salió fuera, junto al palo. Ahí se esfumó la victoria; ahí se evaporó la posibilidad de la deseada redención en templo propio.

No quiso entrar ese balón conectado por Portillo y el Hércules continúa sin arrancar como dios manda. La mejoría se antoja leve, insuficiente. En un partido gris, con más sombras que luces, sacó provecho el Huracán, un equipo vestido para no jugar al fútbol. Con la única misión de arroparse para no ser desnudado, los valencianos juegan a lo que juegan, es decir, a lo que se juega en esta categoría de Segunda B, donde pasan muchos minutos sin que pase nada, solo el tiempo.

Ante ello, el Hércules, que sigue sin dar verdadera medida de lo que puede aportar en el centro del campo (ayer volvió a faltar Mikel Martins, el pivote llamado a elevar la seriedad por el mediocentro) no ofreció la versión esperada frente un adversario sin carisma ni armamento.

El conjunto alicantino transmite capacidad de mejora, pero le falta cocción. Y exhibe algún que otro detalle preocupante. Uno de ellos es el lateral derecho, donde Aitor reparte más dudas que firmeza. Otro: más viveza en el centro de la zaga, donde Atienza se complicó la vida con un penalti que, aunque fuese etiquetado de dudoso, era evitable.

En la otra cara queda Fernando como ejemplo. El andaluz es ahora la mejor imagen de este Hércules tan proclive a la crispación. A falta de desborde táctico, de acciones que levanten a la gente de sus asientos, Fernando ofreció detalles interesantes de ariete de Segunda B. Del mismo modo, Peña camina varios peldaños por encima. El lateral no va a encontrar a muchos que le hagan callar este año. Seguro y eficaz, es, sin duda, una de las mejores bazas en defensa. También Adri Cuevas, último refuerzo herculano, apunta maneras. Un golazo tras un gran disparo desde fuera del área le abre las puertas del Rico Pérez a las primeras de cambio. Eso, junto a algún apunte de Miñano, sirve para sostener el argumento de ligera mejoría con respecto a la jornada inaugural en Elda. Pero nada más. Al Hércules se le debe exigir más de lo que dio ayer en esta categoría maldita. Aunque el rival juegue a otra cosa distinta, meta el culo atrás y no se acuerde del balón hasta que aparece una acción a balón parado. Ése será el único guión dispuesto a seguir por muchos equipos de esta categoría, enemistados con la pelota, enamorados de la fría coraza.

La historia comenzó bien, con un latigazo de Fernando al minuto de juego que el guardameta Paco envió a córner con una mano salvadora. Pero de ahí se pasó a las dudas tras el equilibrio impuesto por el Huracán, que estuvo a punto de inaugurar el marcador con un cabezazo de Tomás Russo que salvó Lázaro desde la misma línea. La acción asustó a muchos, pero sobre todo a Chema, que a partir de ahí comenzó a dudar de todo.

Faltó autoridad para meter al Huracán en su campo pese a que los valencianos son incapaces de llegar a la puerta a no ser que les abra el camino una acción a balón parado. Por esa vía sí se mueven con lecciones memorizadas. Desde las subidas de Sanjulián para rematar en el segundo palo mientras algún compañero hace pantalla a los marcadores centrales, al mezquino baile de Amarilla saltando como si fuera un perturbado con los brazos en alto para entorpecer la visión de la barrera enemiga dispuesta tras la marca de la tiza en una falta directa. Esto es Segunda B, señores, donde el fútbol recibe otro nombre cercano a la zafiedad.

Sólo un chut bien armado de Adri Cuevas extrajo una sonrisa en la grada. El debutante enganchó un disparo perfecto que se elevó a media altura para entrar en la portería rival desde fuera del área. (1-0, m.59). Roto el escudo, el Huracán se vio más fuera que dentro del partido. Pacheta dio entrada a Portillo por un agotado Fernando y sacó a Lázaro para colocar en su sitio a Fran. Pero los valencianos extrajeron líquido con una arrancada de Txomin, único jugador del cuadro rival que mostró arte con el balón en los pies. Tras irse de Fran, se metió en área siendo objeto de un penalti discutido y discutible. Pero, sobre todo, evitable. Tariq empató desde los once metros (1-1, m.74).

Entonces, con urgencias, sin pausa, apareció la gran ocasión con Portillo de protagonista. Era el balón soñado, llegaba con un giro perfecto, en una posición idónea, pero se despidió a un centímetro del gol. Fue el cruel punto y final de un partido con enredo, al que le faltó idea clara, camino despejado. Da la sensación de que falta alguna cosa para caminar hacia adelante y otras para quedar fortalecido por detrás.

En todo caso, sin pánico ni viejas pesadillas esto debe salir hacia arriba. Pero toca acelerar. Esos puntos que se van ya no vuelven más. Sobre eso, el Hércules puede hacer un master.

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