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El Hércules no sale del trauma

El Eldense noquea con justicia al equipo heculano, incapaz de buscar soluciones y aportar juego tras encajar dos goles en veinte minutos

Ariadne controla un balcón sobre el que no tene ninguna opción el herculano Fernando. Carlos Rodríguez

La primera, en la frente. Por si alguien arrastraba malos pensamientos. El Hércules se dio de bruces con la Segunda B golpeándose en la cabeza con el primer vecino que le salió al paso. El Deportivo Eldense se sacudió miedos y complejos la primera vez que se acercó al balcón de su enemigo. Y ya dentro del dormitorio, el cuadro azulgrana cayó en la cuenta de que la casa era suya. Así, con la complacencia de un visitante aturdido y sin recursos, campó a sus anchas hasta despedirlo a cajas destempladas tras comprobar que ni siquiera tenía intenciones de incordiar.

El Hércules entró en escena con un contratiempo. Peña se quedó en la grada por una microrrutura muscular que, posiblemente, también le impedirá jugar la próxima jornada ante el Huracán. Esa baja, junto a la de Mikel Martins, dolió. Pero no sirve de excusa. Los alicantinos quedaron noqueados tras recibir el primer golpe, a las primeras de cambio, es decir, a los diez minutos de juego. Y ya nunca se repusieron. Sin llegar al área, con poca firmeza en las marcas, el Eldense sacó fruto de su primera arrancada metiendo el dedo en el ojo de su rival, que sangró por el flanco derecho de manera alarmante. Demasiados titubeos en defensa, demasiados duelos perdidos, demasiadas cosas sin hacer. Al primer acelerón, el Hércules quedaba tumbado en la lona. Un disparo cercano rechazado por Chema llegaba a las botas de Guardiola, que con un ligero empujón iniciaba su particular recital en una tarde que le eligió como el mejor jugador sobre el terreno de juego. (1-0, m.11). Lejos de ser un accidente, el partido encontró senda y pauta con el primer tanto.

Esposado por esa banda, el eldense Guardiola encontró un chollo. Ni el lateral Aitor, ni el central Atienza, ni tampoco el mediocentro Fran González acertaron a parar al «bicho» que decidió sacar su zurda a pasear esquivando con soltura cuantos bocados de caimán desdentado le salieron al paso. Así, tras un zig zag con estilo, se plantó en el área para elegir un toque sutil con el interior que frustrara la estirada de Chema (2-0, m.18). Excelente. Fue el gol de la tarde y puede que de la jornada en Segunda B, esa categoría que castiga de inicio al Hércules con una derrota sin excusas.

El conjunto alicantino entró en depresión. Nunca supo a qué jugar. Nunca supo cómo jugar. Y lo cierto es que hasta la recta final del choque el balón nunca llegó a la portería azulgrana. Justo lo contrario que ocurrió con el conjunto eldense, bien armado atrás y con empuje para pisar las cercanías de Chema, a quien puso en apuros más de una ocasión. Los de Elda tienen un buen dispositivo defensivo conectado a su central, Aridane. Por ahí el Hércules nunca llegó a colarse a pesar de los intentos de Miñano, único blanquiazul al que no repudió el balón. De todas formas, la falta de creatividad no salva a nadie en el bando capitalino. Estar ochenta minutos sin tirar a puerta es un dato demasiado negativo como para dar pie a algún paño caliente. Aturdido, sin reacción, el Hércules quedó a merced del orden del Eldense, con cómoda ventaja para pensar, incluso, en la goleada. Viendo la inoperancia de su rival se antojaba un objetivo asumible al término de los primeros cuarenta y cinco minutos, que acabaron con un plácido 2-0 y una pitada a Portillo, sobre quien la grada personalizó todos los males de la frustrante derrota el día que, acompañado de más de mil seguidores, el equipo estaba obligado a ilusionar.

En la segunda parte, Pacheta apostó por reforzar la artillería. Dio entrada a Fernando y sentó a Fran González. El sacrificado fue el mediocentro, pero si hubiera elegido a cualquier otro tampoco habría nada que objetar. El escenario no cambió. El Eldense continuó campando a sus anchas, sujetando a un Hércules sin recursos, sin maneras para sacar adelante una situación que se había tornado negra en los primeros veinte minutos iniciales. Con el empuje de Aridane, el incisivo Cañadas, la actitud ganadora de Chupe y el estilo de Guardiola, el Eldense siguió bailando mejor sobre la hierba artificial del Pepico Amat. Con más armonía y sin que su rival encontrara la forma de parar la música.

Infiel con la pelota, torpe para buscar soluciones, derrotado cada vez que se daba un duelo individual con el balón por medio, el Hércules dejó pasar demasiados minutos en la nada. Sólo un penalti por una mano inocente de José Sánchez alteró el estado de las cosas en los diez últimos minutos del encuentro. Ahí comenzó a entrar algo en combustión, favorecido también por cierta alegría atacante que aportó la entrada de Chechu Flores. La pena máxima fue ejecutada por Fernando, que engañó a Alberto (2-1, m.81).

Con diez minutos por delante, el Hércules encontró huecos que nunca antes adivinó. De hecho, sin merecerlo, pudo igualar la partida en un par de acciones que llegaron en ese tramo final. Una de ellas, la más clara, con un balón que llegó a Miñano, servido por Chechu Flores al corazón del área, que el alicantino envió a las nubes cuando tenía todo a su favor para meter cuero y portero dentro del arco. En la prolongación, también hubo algo parecido a una melé que acabó con dos disparos casi consecutivos que toparon en un bosque de piernas. Ganó el Eldense. Venció el mejor.

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