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La hora del administrador

La administración concursal puede pedir al juez que Ortiz y el consejo respondan con sus patrimonios por la mala gestión en el Hércules

La hora del administrador

El mensaje llegó alto y claro a oídos de Carlos Parodi: La administración concursal no va a permitir que se siga jugando con el Hércules. A esas horas, el todavía presidente del club alicantino mantenía su permanente desafío a la más elemental de las reglas matemáticas, esa que defiende sin temor a equivocarse que dos más dos son cuatro, pero que no sintoniza con la teoría que Parodi sostiene para cuadrar las cuentas. A saber: Si el proceso concursal dejó escrito negro sobre blanco que para cubrir sus necesidades/exigencias precisaba en un primer tramo una ampliación de capital de 1,5 millones de euros ¿cómo es posible que se pueda hacer frente a la deuda prevista en ese espacio de tiempo sólamente con la mitad, es decir, con los 750.000 euros aportados por Enrique Ortiz? Ese es el primer y gran interrogante que deberán aclarar los dirigentes del club alicantino antes del 30 de junio, fecha tope que aguarda a la administración concursal para plantarse en las oficinas del Rico Pérez y escrutar una a una las hojas de cálculo antes de actuar en consecuencia.

Hasta ahora, existe constancia de que el club ha cumplido religiosamente con los pagos a Hacienda y Seguridad Social. Pero hasta ahí. La duda a despejar figura en si el resto de acreedores ha corrido la misma suerte. El dato no es un asunto baladí. El descenso a Segunda B (no es matemático, pero sí virtual) y las maneras empleadas para conducir al Hércules a esa situación han sentado como un tiro a la administración concursal, cuyos titulares emplearon horas y horas durante meses en allanar una vía de salvación que sólo exigía no dejarse arrastrar hacia el descenso.

Los continuos saltos de cama en «chez Ortiz», que desde su reaparición meses después del descenso de Primera División ha logrado completar el triple mortal hasta estamparse de morros contra el suelo (aniquiló a Sergio Fernández, salió escopetado de las garras de García Pitarch tras entregarle el mando y acabó cediendo los trastos a Quique Pina, ese 'tío' de Granada que ni era 'tío' ni era nada) han enervado los hasta ahora templados nervios de los administradores concursales, y en concreto los del abogado alicantino Alfonso García Cortés, quién ya ha advertido por activa y por pasiva que o cuadran los números o detiene la música. O lo que es lo mismo: Si se llega a la conclusión de que la situación generada pone en peligro la supervivencia del Hércules, tanto los administradores de derecho (presidente y consejeros del club) como el administrador de hecho (Enrique Ortiz) podrían acabar respondiendo con su patrimonio para cubrir la deuda reconocida.

Sí. En ese supuesto a Ortiz no le sirve no figurar en documento, ni ostentar cargo alguno en el organigrama directivo, ni estar escondido detrás de la mampara: Una sentencia de la Audiencia Provincial le señala como administrador de hecho, originada por el recurso que el propio Ortiz interpuso para convencer de que el crédito concedido por el grupo Cívica al Hércules debía ser calificado de ordinario en el proceso concursal. La Audiencia Provincial respondió con contundencia: El grupo Cívica (es decir, Enrique Ortiz) es el dueño del Hércules con una posición de fiduciario, término que trasladado del lenguaje jurídico al común viene a decir que el empresario maneja el club a través de testaferros.

El escenario nos lleva al primer punto: Si no se cumple hasta el último céntimo con lo que la deuda reconocida exige a 30 de junio, la administración concursal elevará un informe ante el juez solicitando cambios en la gestión del Hércules. Será su señoría, llegado el caso, quien decida.

Entretanto, por el Rico Pérez no se podrá mover ni una hoja. Ni garcía Cortés ni su compañero van abrir la mano para que se adquieran compromisos futuros hasta no verificar que se llega a la meta de final de temporada con las obligaciones cumplidas contra la masa. Y para ello, Parodi y Ortiz deberán explicar muy bien cómo es posible que con 750.000 euros se puede hacer frente a unos compromisos que exigían millón y medio. Es decir, cómo puede ser que dos más dos no sean cuatro.

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