Un vendaval con nombre y apellido derrumbó al Hércules en el Miniestadi: Adama Traoré, un joven de padres malienses nacido en L'Hospitalet y con la punta de velocidad de un jamaicano, se encargó de mutilar al conjunto alicantino en momentos puntuales cimentando una escandalosa goleada. Sin chispa en los metros finales, el Hércules disputó media hora decorosa hasta sucumbir herido por un par puyas en los costados, producto de la destreza de Adama y Dennis Suárez, dos futbolistas que juegan al fútbol con lanza.

El marcador final no permite alfombras para las excusas, pero no por ello se debe omitir que con 1-0 en el electrónico Assulin fue objeto de un penalti claro que debió acarrear la expulsión del central azulgrana. Trujillo Suárez decidió pasar por alto una cosa y la otra, a pesar de estar situado detrás de la jugada.

Con todo, el Hércules se penalizó a sí mismo incluso antes de que comenzara el partido. La ausencia por lesión de Héctor Yuste pesa demasiado en un bloque que pierde escudo y pericia sin el cartagenero en el terreno de juego. Hay un Hércules con Yuste y otro, mucho más débil, más enclenque, más dócil sin ese centrocampista, un futbolista insustituible en el grupo de Hernández. Ayer se vio de forma clara en el Miniestadi. Hervás no cubre, ni de lejos, el campo que abarca Yuste. Y de eso se benefició el Barça B, un conjunto que se creció viendo llanura, espacio libre tras mantener intacta su piel por el desacierto atacante del enemigo. Por ahí, precisamente, comenzó a entregar la cuchara el Hércules. Incapaz de meter un pase entre líneas con las mínimas condiciones exigibles, los alicantinos fueron perdiendo comba en un duelo abierto en el que los oponentes no se mostraron tan pusilánimes. Y eso que el inicio transmitió buenas sensaciones con la movilidad de Assulin, a quien se le anuló un gol por milímetros remachando un buen disparo de Portillo que el guardameta local no acertó a blocar. Esos primeros momentos apuntaban un horizonte bien distinto al que se vio después. Hubo llegada fluida hasta la línea de tres cuartos, pero las ideas se nublaban a la hora de dar el muletazo final.

Faltó expresividad, dibujo en la parte caliente para colorear un inicio atrevido. No llegó y el Hércules, inconsistente en el centro del campo, quedó reducido a cenizas con el fútbol alegre de Dennis Suárez y Adama.

Suárez se inventó un pase precioso que Planes aprovechó para iniciar el repertorio (1-0, m.17). Just0 después de ello llegó la acción del penalti claro a Assulin, que debió acompañar la expulsión de Espinosa, pero Trujillo debió entender que el ligero empujón no merecía tan severo castigo. Se equivocó y su equivocación benefició al Barcelona B.

Con todo, el Hércules mantuvo el guión del desacierto en los metros finales. Escassi tuvo de nuevo una oportunidad clara con un remate de cabeza que salió rozando el poste con todo a favor. Sin embargo, fue el filial azulgrana quien volvió a valerse de las bandas para sacar agua del pozo. Una arrancada de Adama, que sacó tres metros a Escassi en un esprint endiablado, acabó con pase de la muerte para que Suárez aclarara más el panorama (2-0, m.42).

Para colmo, la pretendida reacción tras el descanso quedó anulada con otra carrera de Adama, que repitió la escena que recreó ante el Alcorcón, y salió lanzado desde su campo para alcanzar una diagonal trazada por Espinosa. El de L'Hospitalet se plantó frente a frente ante Falcón y no perdonó (3-0, m.48). Fin de la cita.

Al Hércules no le quedaba otra que esperar a que concluyera el partido sin más sangre, meta que, evidentemente, no logró. Destapado, sediento de gol, el filial barcelonista vio ante sí un enemigo herido, que, curiosamente, llegó a anotar cuatro goles, todos ellos anulados por fuera de juego.

Con Samper mandando por el centro en plan mariscal, el Barça B llegó emancipado al tramo final, cómodo, sin un rasguño, sin noticias de su portero, sin noticias de los delanteros rivales.

Con esos trazos, los azulgranas obtuvieron permiso para la desmesura. Con la maquinaria apagada, el bloque de Hernández quedó para verlas venir, sin discurso convincente para meterse en el partido, que quedó servido para la humillación. Sissoko, el supuesto arquitecto, se quedó llorando por Yuste, esa pareja de baile que se mueve con soltura donde suena la música.

Incapaz de ventilar el juego, el Hércules entregó la llave para no sufrir mayores males. Hernández sacó del campo a Sissoko, con cuatro tarjetas, y decidió esperar a que el partido expiara. No obstante, el imberbe conjunto local no estaba por la labor de dejar de masticar el manjar que tenía ante sí, consciente que no todas las tardes uno se puede gustar tanto ante el espejo. Ante las dudas en la zaga alicantina, Ilie diseñó un pase en profundidad a Jean Marie Dongou y éste cruzó el balón al palo izquierdo de la portería de Falcón (4-0, min 59).

La música catalana no acabó ahí. Tuvo el quinto Dani Nieto, pero su lanzamiento fue escupido el poste. Y para rubricar el festival, Dennis Suárez trazó una parábola perfecta en un lanzamiento de falta directa que hizo inútil la estirada de Falcón (m.81, 5-0).

A todo eso, el Hércules vivió una historia paralela con cuatro goles anulados, dato que no deja de tener su guasa. Todos ellos, al parecer, bien anulados por el colegiado, al que únicamente se le puede achacar el penalti no señalado a Assulin con 1-0 en el marcador. Sea como fuere, tras una goleada tan contundente, aquella acción queda como anécdota más que como excusa.

Lo que no se antoja anecdótico es la imagen de contención ofrecida sin Yuste en el terreno de juego. Este Hércules construye y destruye con Yuste y Sissoko, un doble pivote que ha ganado solidez con el paso de las jornadas. La ausencia del primero toca de lleno la línea de flotación del bloque, que precisa ese pulmón para airearse. Sin el cartagenero cuesta llegar arriba y se sufre por detrás. En defensa, además de contar con la baja de Pamarot, Escassi padece por una lesión en el pie. Pero eso es lo que hay, a la espera de conocer si, en los próximos días, la supuesta salida de Dioni da pie a la llegada de un defensa central, pieza necesaria en el puzzle herculano. Entretanto, toca pensar en el Zaragoza y... confiar en que, para entonces, Yuste esté en condiciones.