Un error tempranero condenó al Hércules ante el Sporting, un rival bien plantado que, sin embargo, tuvo que sufrir para amarrar los tres puntos frente a un rival que mereció mejor suerte. Ese último factor echó de menos el bloque de Hernández, que tuvo ocasiones para, cuanto menos, igualar la batalla contra un enemigo de altura. El acoso, sin embargo, no encontró premio. El Sporting, bien armado en todas sus líneas, se cerró con acierto para amordazar a un Hércules valiente, que acudió a la puja, pero se vio con la fortuna de espaldas a la hora de entrar a matar.

Entre el verde bosque, eso sí, una flor: Sugi. El japonés crece a pasos agigantados. Ayer cubrió los noventa minutos con nota alta. Le va el «uno contra uno», disfruta con el balón en los pies y levanta la vista para buscar pasillos. A todo eso, también defiende. Fue una pesadilla para su par. Va a más.

El Hércules abrió la puerta a la derrota en el pasillo de los vestuarios. Una acción mal defendida a las primeras de cambio, en un saque de esquina botado a los dos minutos, dejó la pelota a merced de Santi Jara, que golpeó desde cerca fuera del alcance de Aulestia (0-1, m.2). El tanto atontó al grupo herculano, que titubeó para retomar el pulso. Entretanto, el Sporting domó con acierto. Los asturianos se mueven bien por el centro. Cubren espacios y buscan pasillo para golpear. Conforman un buen bloque para esta categoría y están llamados a bailar dentro del grupo de privilegio.

Al Hércules le costó. Tembló por la izquierda, donde Álex Muñoz sustituyó al sancionado Peña. El canterano necesita más rodaje para asomarse a la titularidad. Tiene planta, pero le sobran nervios y dudas.

El Hércules comenzó a enhebrar juego mediada la primera parte. Necesitó tiempo para olvidar el gol de Jara y un disparo de Barrera que repelió el larguero. Tras ello, se metió en harina y mostró los dientes.

Con la movilidad de Sugi y un par de internadas por la derecha, el balón coqueteó con el gol, sobre todo en una acción rematada por Portillo que chocó con la buena intervención del meta Cuéllar. El mismo portero comenzó a salvar a su equipo del empate con dos disparos de Eldin y de Sugi, que buscó el palo con un tiro desde la frontal que mereció premio.

El Hércules había decidido dialogar con el Sporting mirándolo a la cara. Sólo faltaba precisión.

En la reanudación, Hernández sacrificó a un apagado Sardinero por Hervás. El cordobés, sin embargo, no estuvo a la altura en un partido que precisaba más velocidad, movilidad y ajuste. Recogió el balón desde atrás, pero no atinó en la distribución.

Otra cosa ofreció la entrada de Assulin, en una atrevida apuesta ofensiva al sentar a Álex Muñoz y destapar la espalda. Tal escenario dejó huecos que, sin embargo, no fueron aprovechados por el Sporting, un bloque que se vació en la presión para ralentizar la ambición local. Un par de pérdidas en zona peligrosa que propiciaron contragolpes mal resueltos y un balón golpeado desde el centro del campo por Scepovic fueron los únicos argumentos ofensivos del enemigo asturiano, decidido a poner cemento por enmedio para frenar la embestida herculana.

Con Yuste y Sissoko como guías, el Hércules puso de su parte para perforar la muralla astur. Lo intentó Sugi, con un balón que rozó el palo, pero la gran ocasión quedó en las botas de Assulin, que envió la pelota al palo cuando Cuéllar veía inevitable el gol.

Se trataba de competir hasta el último suspiro y en eso sí estuvo el conjunto alicantino, decidido a meter el hocico en el área de Cuéllar para no ver frenada la reacción del último tramo liguero.

El Sporting, con todo, dominó el arte de la eficacia, cómo competir en cada momento. Acumuló peones atrás y cerró el partido. Quique Hernández lanzó un órdago ofensivo: sentó al otro lateral (Ortiz) e introdujo a Dioni, pero no hubo pegada. Fue Sissoko, tras un gorro de Assulin e el área, quien pudo aportar alegría, pero faltaron unos centímetros.

Fundidos Sugi y Eldin, que acabó por la banda, la afición se desesperó con Hervás, incapaz de levantar del suelo una falta que debía colgar al área en pleno acoso final. No pudo ser. Una lástima, El Hércules, esta vez, no mereció perder.