A las 13.31 horas, apenas cinco minutos antes de que diera comienzo la presentación de los abonos de la campaña de invierno, el Hércules enviaba un correo electrónico a las redacciones de la prensa alicantina con los siguientes términos: "Don Valentín Botella, presidente de la Fundación Hércules de Alicante, máximo accionista del Hércules, quiere expresar su apoyo absoluto e incondicional al consejo de administración del Hércules, y especialmente a su presidente don Jesús García-Pitarch".

No esperen más, el mensaje concluía ahí. ¿Intrigante? ¿Preocupante? Por supuesto. Pero dado que, segundos después, Pitarch, torero él, aparecía sonriente para hacer el paseíllo, seguido por la cuadrilla -entre ellos el picaor de Orihuela- camino de la sala de prensa, quedaba descartado, afortunadamente, percance o cornada de gravedad. ¿Qué impulsó, pues, esa repentina muestra de afecto de Botella en un enigmático comunicado oficial colgado en la web del club? Apostemos, en principio, por el cariño verdadero. Estas cosas del querer, ya se sabe, cambian como el viento. No hace tanto, quien esto escribe recibió una llamada del mismísimo Botella con un mensaje ligeramente distinto. No es que pusiera a Pitarch como hoja de perejil, no; literalmente le tildaba de "traidor" por haberle colocado entre la espada y la pared al haber aireado en un encuentro ante periodistas la posibilidad de que renunciara a cobrar la deuda de 2,7 millones -reconocida en el proceso concursal como ordinaria- circunstancia que le dejó a los pies de los caballos dada su situación patrimonial.

No se vayan, que hay más. La lista de agravios, adornada con epítetos impronunciables contra el valenciano, aumentó tras mostrar su indignación por el hecho de que este último no representara al Hércules en un acto oficial con el alcalde de La Nucía (localidad que ofrece gratis sus instalaciones al club cuando lo desea) ni tuviera a bien advertir de su ausencia para que alguien acudiera en su lugar. Para coronar -les aseguro que no me falla la memoria- Botella concluía con una peculiar sentencia: "He vuelto a traer a otro (al Hércules) y me he vuelto a equivocar". La imagen aparecía rauda tras repasar la lista de "fichajes" que, llegados de su mano, ha acabado en los tribunales costando un ojo de la cara al Hércules en concepto de indemnizaciones (Subirats, Higinio, Manolo Meseguer). En esa línea, lo normal es que esa lista agregue pronto al propio Pitarch con el fin de continuar con la tradición de no abandonar el Rico Pérez sin pasar por el juzgado para cobrar (o arramblar) con lo que toque o pueda.

Pero eso está por ver. Mientras tanto, no perdamos de vista el comunicado. Suele contar Javier Tebas, vicepresidente de la LFP, cada vez que le mentan el nombre del Hércules, que en el club alicantino "toman pastillas para mentir". Exagerado o no, sí es cierto que a menudo resulta complicado apartar la paja del grano por Romeu Zarandieta. Echen un vistazo de nuevo al comunicado de marras, vayan después al registro y advertirán que ni Pitarch es presidente del Hércules, ni Botella preside la Fundación, ni, mucho menos, es el máximo accionista. No hubiera quedado mal alguna verdad en apenas tres líneas dada la oficialidad del texto, pero, a lo peor, se intoxican y pierden la costumbre.

Con todo, lo que realmente interesa es que quien dice ser presidente sin serlo aclare qué le ocurre para que quien asegura ser máximo accionista sin serlo le muestre su "apoyo absoluto e incondicional". Más que nada porque nos resistimos a creer que Jesús García Pitarch, el grandioso y excelso secretario técnico del Atlético de Madrid y del Valencia, esté desquiciado por la crítica de un periódico hasta el punto de hacer firmar a Botella un escrito redactado por él para apoyarse a sí mismo. Y, también, porque sería una faena ver al valenciano cejar en el empeño de apuntillar al verdadero culpable de que el Hércules ocupe el último lugar de la clasificación consumando a mitad de Liga un ridículo histórico. Él, por supuesto, no tiene nada que ver. La culpa, como todos saben, es de Sergio. Faltaría más.