El Hércules ha tenido un paso efímero por Primera División, tan solo una temporada, y volverá la próxima campaña a Segunda, víctima de una mala segunda vuelta de Liga, de los malos resultados a domicilio y de los muchos problemas internos que ha arrastrado durante todo el ejercicio.

Después de bajar sobre el terreno de juego a la categoría de plata del fútbol español, la entidad herculana tendrá que trabajar ahora para eludir otro descenso administrativo, ante los problemas económicos que arrastra el club.

La temporada del Hércules ha tenido dos partes muy diferenciadas: una primera mitad de la Liga en la que se situó en la mitad de la tabla y daba la sensación de que no iba a tener problemas para mantener la categoría; y una segunda en la que se dejó ir hasta tal punto que cuando quiso reconducir su rumbo ya fue tarde.

El equipo alicantino afrontó la temporada de su regreso a Primera División con Esteban Vigo -el técnico del ascenso la campaña anterior- en el banquillo y una serie de fichajes que mezclaba futbolistas desconocidos para el fútbol español (Pulhac, Thomert, Sarr o Fritzler), con otros de campanillas como Nelson Valdez, David Trezeguet o Royston Drenthe.

Curiosamente, ni Valdez, ni Trezeguet ni Drenthe pudieron debutar con el equipo alicantino en la derrota de la primera jornada contra el Athletic Club. Lo hicieron en la segunda, en la histórica victoria frente al Barcelona en el Camp Nou, la única derrota del campeón en su campo en toda la temporada.

El triunfo en Barcelona abrió una expectativas mucho más ambiciosas que la permanencia, que era el objetivo principal con el que arrancaba la campaña. Y las buenas sensaciones que dejaba el equipo en el estadio Rico Pérez no hicieron más que alimentarlas.

En Alicante, fue capaz de ganar a equipos como el Sevilla, empatar contra el Villarreal o tutear a Valencia y Real Madrid; pero fuera de casa fue donde el conjunto de Esteban Vigo empezó a cavar su tumba con derrotas contundentes en las que no sólo recibía goles con facilidad sino que también mostraba incapacidad para hacerlos.

Pese a ello, el Hércules afrontó la última jornada de la primera vuelta, en Gijón, con la posibilidad, si ganaba, de alejar en doce puntos la zona de descenso. Perdió. Aún así, llegó al meridiano de la campaña con veintidós puntos, clasificado en la duodécima posición y con seis puntos de renta sobre la zona de peligro.

Pero en la segunda vuelta todo cambió. El Hércules fue víctima de sus errores sobre el terreno de juego y de una delicada situación fuera de ellos, con problemas en el pago y, especialmente, numerosos actos de indisciplina, casi todos ellos con la figura de Drenthe como protagonista.

El club decidió dar un giro de timón con la esperanza de cambiar el rumbo y destituyó a Esteban Vigo como técnico y dio las riendas del equipo a Miroslav Djukic, con nueve partidos por delante.

El preparador balcánico ganó su primer partido al frente del Hércules, pero posteriormente no consiguió enderezar el rumbo y los malos resultados, esta vez como local, acabaron empujando al cuadro alicantino al descenso.