El Hércules inició en Madrid el largo funeral que le espera con aceptable planta y buena actitud, a pesar de acabar perdiendo ante el Atlético de Madrid por un apretado marcador.

Por encima de cualquier consideración, el conjunto alicantino adquiere presencia y expone virtudes cuando tiene a Farinós sobre el césped. Hay un Hércules con el valenciano y otro sin él. Le pasó en Segunda División y le ha ocurrido en Primera. Y ayer volvió a quedar claro frente a un Atlético capacitado para amargar al más pintado a poco que la sociedad Reyes-Kun Agüero tenga cargadas las pilas.

El Hércules encontró en "Fari" la brújula deseada en el centro del campo y, al mismo tiempo, expuso sobre el Calderón una elogiable actitud, alzando el rostro pese a haber entrado días atrás en el matadero.

Ni esa condición de "muerto viviente", en la que quedó tras el partido ante el Mallorca del pasado miércoles, ni el hecho de recibir un gol apenas salir del vestuario en el Calderón apagaron la profesionalidad de un bloque que siempre se mantuvo de pie, mirando a los ojos a un enemigo que se jugaba su clasificación europea.

Djukic apostó por una defensa de cinco, agregando a Juanra a la línea formada por Cortés, Abraham Paz, Pamarot y Peña. El técnico serbio se inclinó por guardar las espaldas para frenar la esperada voracidad del Atlético, obligado a dar dentelladas para asegurar su presencia en el circo continental.

En el equipo rojiblanco, como era de esperar, Forlán quedó fuera de la convocatoria. Tras anunciar públicamente su despedida, Quique Sánchez Flores puso su último sello en la frente del uruguayo para no tenerle cerca en su última estancia en el banquillo del Calderón. Ante ello, el entrenador colchonero -al que Ortiz tenía en el punto de mira para un futuro cercano antes de que el Hércules entrara en desgracia- optó por colocar a Kun Agüero cerca de Velthuizen, buscando el agujero entre la poblada defensa alicantina.

Y, curiosamente, no tardó en hacerlo. Al primer minuto de juego, una indecisión defensiva en un balón que Agüero no disputó al verse en fuera de juego, fue aprovechado por Domínguez que, viniendo desde atrás, fusiló al meta holandés (1-0, m.1).

El jarro de agua fría, sin embargo, no heló al Hércules. Los alicantinos se sobrepusieron al golpe, aunque les tocó padecer con la rapidez del Kun y la precisión de Reyes, empeñados descoser por completo la retaguardia blanquiazul.

A esta fiesta también se agregó Juanfran, el crevillentino que milita en las filas atléticas, y que desperdició un mano a mano con Velthuizen. El holandés echó la manopla al suelo de forma acertada para evitar el segundo gol rojiblanco.

Con Farinós en el centro del campo, el Hércules decidió tocar la pelota y buscar los costados, sobre todo el derecho, donde Kiko y Cortés volvieron a mostrar movilidad. A la media hora llegó la mejor ocasión herculana: Iturralde vio un agarrón de Pulido a Abraham Paz en el área y no dudó en señalar penalti. La pelota la cogió, sin dudar, David Trezeguet, que lanzó a su izquierda viendo cómo De Gea adivinaba la intención y desviaba el esférico.

El encuentro entró en una fase de tuteo, pero fue el Atlético quien dispuso de las mejores ocasiones. La más clara con un disparo de Koke que, con tiempo para poner la mira telescópica desde el vértice del área, envió la pelota a la cruceta de la portería herculana. Esa acción y una posterior en la que también el holandés logró desviar el disparo de Juanfran dejaron la mínima ventaja en el marcador para encaminarse a los vestuarios.

Tras el descanso, el conjunto de Djukic confirmó que no estaba dispuesto a ser un convidado de piedra en el Calderón. Abrió el juego por las bandas y comenzó a provocar molestas cosquillas a su rival, cada vez más incómodo sobre su propio césped. El primer gran aviso del segundo acto llegó con una falta directa lanzada por Portillo que repelió el larguero (m.61); y la respuesta acertada en un saque de esquina botado por Farinós que Juanra desvió de cabeza para que Trezeguet, con la caña cerca de la línea de gol, empujara a la red (1-1, m.66).

El Hércules igualaba la contienda merecidamente, ofreciendo un fútbol serio, laborioso, bien trabajado. Los alicantinos supieron abstraerse de su situación real, olvidaron su enfermedad terminal y sacaron lo mejor de dentro para ofrecer dignidad frente a un rival que se tuvo que encomendar a la lucidez de Reyes para encauzar la contienda. Así, una acción del andaluz habilitando a Agüero en otro mano a mano con Velthuizen provocó un desesperado despeje del portero, pero el balón regresó a los pies del creador de la acción, Reyes, que voleó desde la frontal con el holandés fuera del arco. (2-1, m.70).

Fue una lástima, puesto que el Hércules tenía bien orientado el encuentro para, al menos, no perder.

El envite, al menos para el Hércules, acabó con la salida de Farinós del terreno de juego. La entrada de Fritzler, que le sustituyó, dejó en evidencia que esa demarcación, en la plantilla actual, tiene como dueño claro al valenciano. Perdió fuelle el equipo de Djukic en esa parte final, mientras que el Atlético encontró más aire y espacio por el centro del campo, donde las pérdidas de balón a punto estuvieron de causar un destrozo inmerecido. En una de ellas, Fritzler se durmió y la contra rápida del conjunto local no acabó en gol porque Agüero y Juanfran no se entendieron para empujar desde cerca.

No hubiera sido justo, dados los méritos sumados anteriormente, que el Hércules saliera con la cara pintada por una goleada.

Ninguno de los cinco canteranos que Djukic se llevó al Calderón pudo debutar. El mediocentro aspense Jesús Pastor se quedó en la banda, al lado del cuarto árbitro, a la espera de entrar, pero Iturralde decretó en ese momento el final.

Tal y como pintaba el panorama, al final hay que dar por bueno que, al menos, la triste procesión hasta el cementerio se produzca de forma digna.