"La expectativas eran otras; ha sido un fracaso total". Palabras de Nelson Valdez, fichaje-estrella del Hércules en su retorno a Primera, que presenció como suplente desde la banda el hundimiento de su equipo a Segunda el pasado miércoles. El desatino de la suplencia de Valdez, por obra y gracia del entrenador Miroslav Djukic, es una más de las incongruencias de este equipo, que se ha movido en el curso que ahora acaba entre la incapacidad de sus dirigentes y la impotencia de sus técnicos y jugadores. La que sigue es una relación, no exhaustiva, de las causas que explican, en parte, cómo el Hércules se ha autoexpulsado del paraíso.

Pésima planificación y política de fichajes en la vuelta a Primera

Los hechos hablan por sí mismos: el Hércules ha terminado jugándose la vida con futbolistas llegados de Segunda y, en algunos casos, en la recta final de sus carreras. Es encomiable el rendimiento de Sendoa, e incluso de Rufete, en los últimos partidos, así como el pundonor de Juanra, Peña y Abraham Paz, pero no son los futbolistas llamados a marcar diferencias en Primera. Con una política de fichajes tan inexplicable como sospechosa, el club firmó como presuntos refuerzos a jugadores como Pulhac, Momo Sarr, Velthuizen o Thomert que han sido todo el año suplentes de futbolistas recién ascendidos. Sólo al final, en un arranque personal y a la desesperada, el inefable máximo accionista Enrique Ortiz intentó arreglar el desaguisado y se trajo a Drenthe, Valdez y Trezeguet, cuyo rendimiento merece capítulo aparte. Esta es la hora en la que no hay noticia alguna sobre dimisiones en el seno de la comisión deportiva que dirigen Francisco Escudero "Paquito", Luis Ramón Alférez y Alberto Escobar.

Esteban Vigo y Djukic: más problemas que soluciones

Llamados a aportar soluciones, al final han sido parte del problema. Los dos entrenadores de este ciclo dejan muchas más dudas que certezas tras de sí. Esteban Vigo llegó casi más por despecho de Ortiz tras "la espantada" de Mandiá al Racing que por trayectoria profesional y fe en sus posibilidades reales. Acompañado de una extraña corte de asesores de fichajes y comisionistas por cuenta del club, el técnico malagueño consiguió un ascenso bajo sospecha pese a la notable plantilla y, ya en Primera, perdió por completo el control de la situación hacia el final de la primera vuelta. El Hércules se convirtió en una máquina de perder a domicilio y cuando empezó a ceder en casa, se hundió sin remisión. En cuanto a Djukic, trajo aire fresco pero se enredó en su propio dogmatismo disciplinario con cambios incomprensibles en las alineaciones y durante los partidos.

Conflictos extradeportivos y malas condiciones de trabajo

Salvo por el memorable 0-2 del Camp Nou, el Hércules ha sido noticia este curso más allá de la provincia por cuestiones extradeportivas. En vísperas de la visita del Madrid a finales de octubre, la plantilla amagó con dejar de entrenarse por la falta de agua caliente en los vestuarios del estadio y en las kafkianas instalaciones de Fontcalent, que fueron adecentadas a mitad de la temporada. Pocas semanas después, los jugadores alzaron la voz por el retraso en el pago de sus nóminas y Drenthe decidió en Navidad que no volvía hasta que se le pagase. En buena medida, ahí comenzó a gestarse el desplome de un equipo que tuvo que recorrer cientos de kilómetros en autobús para entrenarse en El Albir con la temporada en marcha.

Falta de compromiso de varios miembros de la plantilla

La ausencia de Drenthe a final de año fue sólo una de sus múltiples andanzas. A finales de octubre fue sorprendido por la Policía por las calles de Alicante a más de 180 kilómetros por hora a bordo de su 4x4, con el que se saltó cuatro semáforos en rojo en la avenida de Dénia. Idolatrado en su día por la afición y requerido por el Juventus en el mercado de invierno, acaba la temporada sin jugar por unas supuestas molestias en la rodilla y repudiado por los mismos que le jalearon. Pero Drenthe no ha sido el único amante de la noche alicantina en un equipo carente de liderazgo en el campo y en los asuntos de vestuario.

Incapacidad de los dirigentes para revertir el declive

Acostumbrados a la improvisación y al "viva Cartagena", los máximos responsables de la entidad han sido incapaces de anticiparse al desastre. Desde la comisión deportiva a Ortiz, pasando por el presidente Valentín Botella y el presidente de la Fundación, Miguel Campoy, del que apenas se tiene noticia más allá de la intermediación con la Generalitat para un convenio de patrocinio que permitiera pagar a los jugadores. En el colmo de la torpeza, rechazaron traspasar a Drenthe al Juventus en el mercado de invierno cuando el holandés era un permanente foco de conflictos en Alicante.

Los jugadores no han estado a la altura en los momentos clave

Y por último, pero no finalmente, los jugadores no han estado a la altura. El Hércules llegó al último partido de la primera vuelta una distancia sobre el descenso de nueve puntos que pudo haber aumentado a 12 de haber ganado en Gijón. Pero no. La cuesta abajo fue imparable y el equipo comenzó a sufrir en casa los mismos errores de falta de concentración e intensidad que se hicieron habituales a domicilio. Incapaz de mantener el tipo ante tres rivales directos en el Rico Pérez -Almería (1-2), Osasuna (0-4) y Racing (2-3)- el Hércules se va a Segunda con la peor sensación: la de que muy bien podría seguir en Primera.

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