Cuando en el minuto 80 del partido disputado en Málaga Portillo saltó al campo de La Rosaleda sustituyendo a Valdez, el Hércules se disponía a afrontar la recta final del trascendente choque por la permanencia con diez jugadores que defendieron la camiseta en Segunda (Cortés, lateral derecho, era la excepción). El dato refleja el trabajo de planificación de un club que destinó 40 millones de euros en su regreso a Primera y airea las carencias de un organigrama técnico que se sitúa a años luz de lo que precisa una entidad profesional. Perdida la confianza en el entrenador al que hizo un contrato millonario de tres años de duración, circunstancia que obligó a seguir con él pese a tener clara su incapacidad, Enrique Ortiz optó por "apoyar" la secretaría técnica con Luis Ramón Alférez, amigo de su yerno, cuya vinculación con el fútbol no iba más allá de ser abonado de Canal Plus. Alférez pasó de jugar al pádel en su Granada natal a aconsejar y negociar los fichajes de Velthuizen y Sarr, dos operaciones de varios millones que sólo han servido para agravar la economía del club. Así, con el seguidor de Fiebre Maldini -que para colmo ha añadido a su hermano en la nómina de entrenadores del fútbol base (recordar que este club ha cerrado la puerta a jugadores legendarios da ahora más grima que nunca)- y con Paquito como figura decorativa, fiel a su máxima de no molestar y dejar hacer para sobrevivir, se fue confeccionado el equipo, que se completó con los consejos de un par de intermediarios, las conversaciones con Florentino, un par de concesiones a Esteban "para dejarle contento", entre ellas la sugerencia de un maitre de un conocido restaurante alicantino que frecuentaba el "Boquerón". Curioso resulta que, a estas alturas, no solo no haya dimisiones sino que alguno de los responsables de tamaño desaguisado sigan viajando con el equipo para presenciar su obra. A lo peor están pensando en la planificación futura.

Entretanto, a la espera de que el vodevil acabe, bueno sería que fueran pensando en soluciones para reflotar esta nave a la deriva. Por lo pronto, estaría bien que se aclarara si a Ortiz le toca aparecer para solucionar el problema -que él mismo ha originado- haciendo creíbles sus últimas declaraciones públicas ("estoy detrás para lo que haga falta") o si, por el contrario, toca pensar en otra cosa por si va a salir corriendo dejando como sonido el eco de las penúltimas ("el 'paganini' que aparecía los días 5 de cada mes ya no volverá más"). Urge la aclaración, digo, porque habrá que saber cómo van a aparecer los 19 millones de euros que harán falta para cerrar el año dado que a muchos nos comienza a preocupar si este invento casi centenario llamado Hércules va a seguir latiendo más allá del 30 de junio.