Hace nueve años y medio, Gerard y Farinós disputaban el partido de su vida en París. Fue el 24 de mayo de 2000, contra el Real Madrid y con la Liga de Campeones de por medio. El Valencia perdió y los caminos de ambos compañeros se separaron. Ambos formaban un centro del campo de muchos quilates y, de hecho, fueron titulares en la citada final de la Champions.

El sábado se reencontraron en el Rico Pérez, un estadio desangelado (apenas 8.000 espectadores) y un intrascendente Hércules-Girona en juego.

"De Farinós guardo un gran recuerdo, tanto como jugador como persona y da gusto verle a este nivel", declaró Gerard tras pasar por la ducha. "Nos hemos encontrado muchas veces desde entonces. Cuando yo estaba en el Barcelona él jugaba en el Villarreal y el Mallorca. Era mi pareja en el centro del campo del Valencia y ahora es el alma del Hércules", resalta el mediocentro, de 30 años.

Las trayectorias de Gerard y Farinós han seguido caminos casi paralelos y aunque ambos coinciden ahora en Segunda, su estado de forma es antagónico. El valenciano es el motor de su equipo, el eje del juego blanquiazul y los técnicos rivales acostumbran a ensalzarle sin que nadie le pregunte por ello.

"Sorprende que un jugador que ha estado en la elite como él demuestre esta entrega y compromiso, es para felicitarle públicamente", afirmaba el sábado Narcís Julià, preparador del Girona. Dos semanas antes hizo lo propio Luis García, del Levante, quien fue más allá y destacó que Farinós sería titular en cualquier equipo de los seis primeros clasificados de Primera.

Mientras el valenciano, a sus 31 años, llama con insistencia a la puerta de la elite, a Gerard se le apaga el fútbol y la motivación. En su palmarés figuran dos Supercopas de España, una Copa del Rey y una Liga, y ahora ni siquiera tiene protagonismo en el modestísimo Girona. De hecho, el pasado sábado fue suplente cuando el Barcelona de Joan Gaspart pagó 3.400 millones de pesetas para arrebatárselo al Valencia.

Granollers

Hace justamente un año, Gerard entrenaba con el equipo de su pueblo, el Granollers, de Preferente. Rechazó propuestas exóticas como la del PAOK de Salónica y estaba decidido a pasar una temporada en blanco. Pero el Girona se acordó de él en el mercado de invierno ante la grave lesión de Óscar López. Su buen rendimiento en la segunda vuelta liguera le valió una renovación por tres temporadas y el respaldo moral de ser nombrado capitán. Su pelea es evitar el descenso a Segunda B y el sábado sufrieron una merecida derrota ante un Hércules a medio gas.

"La victoria del Hércules fue justa porque en la primera parte no hicimos lo que habíamos hablado durante toda la semana. En la segunda mejoramos, pero no nos alcanzó ante un rival de tanta categoría y que es un serio candidato al ascenso", reconoció Gerard.

El jugador formado en el Barcelona B y Farinós se fundieron en un abrazo tras el partido. Demasiado lejos queda su etapa dorada en el Valencia de Héctor Cúper. Ahora se ganan el jornal en la categoría de plata. Farinós tienen muy claro que desea retirarse en Primera División y a nadie se le escapa que el curso que viene estará entre los elegidos, ya sea en el Hércules o en otro equipo. De hecho, este verano le tentó el Getafe de Míchel, pero el club alicantino ni siquiera se planteó su salida.