Una hipoteca es uno de los productos más importantes que un cliente puede contratar con una entidad financiera a lo largo de su vida. Por lo general, para saldar la deuda total serán necesarios varios años de pagos, y mantenerse atado a una hipoteca que no es lo más beneficiosa posible puede suponer un problema.

Por esta razón, es especialmente importante elegir una hipoteca de la que no arrepentirse un tiempo después de haberla contratado. Para conseguirlo, además de comparar entre las ofertas más interesantes, es vital conocer a qué se está accediendo al firmar un contrato hipotecario. De esta manera pueden evitarse tanto abusos por parte del banco como cláusulas que sitúan al hipotecado en una clara desventaja.

Puntos a evitar

Tanto los productos vinculados como las cláusulas suelo benefician a la entidad financiera más que al propio cliente. Sin embargo, son productos que el cliente suele asumir de un modo natural y sin plantearse otra alternativa, seguramente debido al desconocimiento y a la costumbre. ¿En qué consisten exactamente? ¿Pueden evitarse?

Los productos vinculados son aquellos que las entidades obligan a contratar para, o bien acceder a su hipoteca, o bien conseguir mejores condiciones, como puede ser una importante reducción de los tipos de interés. El único producto que por ley es necesario contratar junto a un préstamo hipotecario es un seguro de hogar que cubra los incendios y otros daños provocados por la naturaleza, como por ejemplo terremotos. Y no necesariamente con la entidad que nos ofrece el préstamo.

Sin embargo, la realidad es que los bancos suelen exigir la contratación de productos variopintos, como sus cuentas nómina, seguros de vida, tarjetas o planes de pensiones. Si se requieren como forma única de acceder a la hipoteca, hay que tener en cuenta que no existe ninguna obligación de contratarlos y que, en el caso de hacerlo, es posible cancelarlos inmediatamente después sin ningún tipo de problema.

Por otra parte, en el caso de que mejoren sustancialmente las condiciones ofrecidas, habría que sopesar si son convenientes: muchas hipotecas se encarecen mucho si no se contratan sus productos vinculados, pero escoger una opción u otra dependerá de cada caso y elección personales.

Las cláusulas de suelo establecen que el cliente nunca pueda pagar intereses por debajo de un umbral previamente pactado. Por lo general, éste estará establecido en el Euribor más el diferencial vigente en el momento de contratar la hipoteca. De esta forma, por mucho que baje el Euribor, el hipotecado nunca podrá beneficiarse de la caída y el banco tendrá asegurado el pago de ciertos intereses pase lo que pase en el mercado financiero.

Aunque muchos expertos y clientes las consideran cláusulas abusivas, el Tribunal Supremo señaló en una sentencia del 9 de mayo de 2013 que son perfectamente legales siempre que cuenten con una serie de requisitos, especialmente la transparencia en el contrato y la comprensión por parte del cliente de lo que está firmando. En dicha sentencia, se declararon nulas las cláusulas de suelo de cientos de hipotecas que habían comercializado BBVA, Novagalicia Banco y Cajamar precisamente por no cumplirlos.

Por ejemplo, se consideró abusivo aportar al solicitante del préstamo una información insuficiente o deliberadamente confusa, así como abrumarlo con datos que escondan los puntos más importantes del contrato, como fue el caso de BBVA.

Antes de contratar una hipoteca que contenga una cláusula de suelo, es interesante negociar sus condiciones para tratar de conseguir las mejores posibles o directamente buscar aquellas ofertas que indiquen de forma expresa que no las poseen.

Del mismo modo, conocer en cada momento qué nos están ofreciendo en un contrato bancario es un punto clave para evitar posibles engaños o situaciones desagradables.