Nueva reunión del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo sin sorpresas. Tal y como se esperaba, Mario Draghi volvió a anunciar que los tipos de interés de la zona euro se mantienen otro mes al 0,75%, aunque la sombra de la recesión en los países euro es más que alargada.

Esta espada que tenemos sobre “nuestras cabezas” es la que hace pensar en una posibilidad real de bajada en los próximos meses, posiblemente cerca de julio, cuando se cumpla el año de la reducción hasta ahora histórica del precio de dinero hasta el nivel actual.

No es la decisión que más gusta a muchos, especialmente al núcleo duro del BCE, pero si los países “centrales” de la zona euro como Francia y Alemania (que está en año electoral) siguen en crecimiento negativo (que no en recesión) el paso parece claro, y las posibilidades van creciendo.

El espejo de cómo gana puntos la bajada de tipos de interés está en el Euribor, que tras semanas de pequeños ascensos, ha vuelto con el “goteo” a la baja con una tasa del 0,545%, mucho más cercano a un tipo de interés del 0,50% que del 0,75% actual.

El descenso en la cotización del euro respecto al dólar en las últimas semanas es otro indicativo de que la recuperación en Europa no llega, pero también ayudará a tomar una decisión de bajada al tener una menor presión sobre los precios en productos importados como el petróleo.

La parte buena y la parte mala de bajar el precio del dinero

Y es que la inflación es la preocupación máxima para los dirigentes el Banco Central Europeo. Relajar los tipos puede llevar a una presión sobre los precios, al menos en los países del centro y norte de Europa donde existe una mayor “normalidad” económica.

Dinero más barato, estimula la demanda y puede llevar a la subida de precios. Si se contienen los precios, el efecto de la bajada será positivo estimulando la demanda, el efecto que se busca.

Pero esta “normalidad” no existe en España y la ecuación de dinero más barato fomenta el consumo se rompe por el lado de las entidades financieras, que no dan crédito o lo hacen con tipos de interés muy alejados del mercado.

Si lo trasladamos a los que ya tengan productos financieros referenciados con condiciones anteriores a la crisis, tampoco sus efectos son beneficiosos para todos, especialmente por los suelos hipotecarios.

Para el resto, el Euribor puede descender levemente con lo que se obtendría un ahorro, significativo para los que revisen con los tipos de referencia hasta el verano, y menor desde ese mes, ya que ya se beneficiaron de una importante rebaja en la cuota en su revisión anterior.

En definitiva, algo más de dinero en el bolsillo pero que en lugar de trasladarse a consumo como lo haría en época de bonanza, se mueve más hacia el ahorro tal y como estamos viendo en los últimos datos del Banco de España del mes de febrero, que reflejan como el endeudamiento de las familias cayó en 5.000 millones, mientras que los depósitos subían en una cuantía que alcanzaba los 2.000 millones.

Respecto al ahorro, el riesgo es que establecidos por “recomendación” del Banco de España unos límites muy bajos (que ni en productos a más de 2 años cubren la inflación actual), puede existir la tentación de rebajarlos aún más, con lo que se pierde una vía de ingresos.

Por todo ello, es más importante el efecto indirecto que directo que puede tener esta medida para España, y es la de la dinamización de otros países de nuestro entorno, cuyas economías están actualmente en decrecimiento.

En este momento, en el que es nuestro sector exterior es el único que crece y hace de contrapeso del desplome de la demanda interna, es fundamental que también crezcan nuestros países vecinos para que compren nuestros productos.

Aunque los beneficios directos sean escasos y podamos encontrarnos con puntos en contra con respecto a bajadas en la retribución de los productos de ahorro, si se consolida la tendencia económica actual, una nueva bajada de los tipos de interés pasará de ser recomendable a fundamental para poder iniciar una recuperación económica en los próximos meses.