Cuenta la historia de un niño de doce años, Atari KobayashiI, pupilo del corrupto alcalde Kobayashi. Cuando, por orden ejecutiva, todas las mascotas caninas de la ciudad de Megasaki son desterradas a la Isla Basura, Atari cruzará el río que los separa a bordo de su aeronave turbo hélice junior, emprendiendo la búsqueda en solitario de su perro guardián, Spots. Una vez allí, con la ayuda de sus nuevos amigos caninos, comenzará una odisea épica que decidirá el futuro y el destino de la mismísima Prefectura.

Se trata de la nueva película de un personal y prestigioso director, Wes Anderson que tiene en su haber una soberbia filmografía que incluye algunos de los títulos más insólitos y creativos salidos de los estudios de Hollywood. Por citar solo algunos de ellos ahí están Los Tenebaums, Life aquatic, Viaje a Darjeeling, Fantástico sr. Fox, Moonrise Kingdom y El gran hotel Budapest.

Isla de perros es el noveno largometraje y la segunda cinta de animación stop-motion de Anderson, una aventura ambientada en Japón dentro de veinte años cuyo telón de fondo es una crisis canina y la histeria colectiva hacia los perros. Aquí, en un lejano vertedero conocido como Isla Basura, una jauría de perros diferentes se une para sobrevivir y juntos hacen un descubrimiento insólito: un pequeño piloto que cambiará el rumbo de sus vidas.

La travesía incluye mucho humor, acción y amistad. Pero, además, rendirá tributo a la magnitud y belleza del cine japonés, a la noble lealtad de los compañeros caninos, al heroísmo esperanzador de los seres pequeños y olvidados, abogará por el rechazo a la intolerancia, y, sobre todo, celebrará el inquebrantable vínculo entre un niño y su perro que ha dado lugar a tantas historias y aventuras.

Todo comenzó con una mezcla poco probable pero potente de fascinaciones compartidas por Anderson y sus colaboradores en el desarrollo del argumento: Roman Coppola, Jason Schwartzman y Kunichi Nomura. Y en el centro de todo, los perros, el futuro, la vida secreta de la basura, las aventuras infantiles y las películas japonesas.

«Queríamos hacer algo medio futurista, y se nos ocurrió la idea de una película en torno a los perros. Siempre me han llamado la atención los perros que viven entre los vertederos, la construcción de un mundo a partir de perros abandonados como telón de fondo», añadió Anderson. «El contexto japonés se debe a que queríamos hacer algo realizado con su cine. Quiero decir, que todos amamos Japón, y queríamos hacer algo realmente inspirado por las películas japonesas, por lo que acabamos mezclando la peli de perros con el elemento japonés».

La historia, con sus canes parlanchines, féminas fatales peludas, un niño aviador, una intrépida periodista escolar, virus mutantes, una isla mítica y un grave error humano desenmarañado paso a paso, se fue desarrollado con el paso del tiempo y un sinfín de tazas de té. Roman Coppola describió la dinámica poco estructurada del proceso creativo: «Hay coloquio, debate, y cuando algo parece encajar, Wes lo anota en su cuaderno. Jason dice algo que da lugar a una idea, o a un diálogo, y después, a veces, asumimos los papeles de los personajes. Esto lo hicimos mucho en Darjeeling porque había tres personajes principales y éramos tres. Esto da paso a una larga gestación en la que recabamos información, y luego iniciamos la fase en la que comenzamos a escribir el guion. Y al tratarse de una cinta de animación, la historia realmente se sigue redactando durante la producción».