Pierre Jules Théophile Gautier, es uno de los mejores representantes del romanticismo francés. Amigo de Víctor Hugo, Nerval, Baudelaire y Dumas, fundó con algunos de ellos un club de fumadores de hachís. Joven apasionado, aventurero, revolucionario y gran viajero, ejerció de corresponsal en España en 1840 tras la segunda guerra carlista. Fruto de aquel periplo publicó Viaje por España, donde hace un extenso recorrido por gran parte de la geografía española. Gautier, un loco enamorado del vino, recorre las bodegas de Castilla y Andalucía explicando al detalle todo lo que ve y bebe mostrando sin pudor las borracheras que él y sus amigos encadenaban una tras otra en su descubrimiento del mapa vinícola español. A su vuelta a Francia, se detiene en Alicante y prueba un vino que sabia a pez, el alquitrán con que se impermeabilizaban algunos bocoyes y que era del todo inadecuado para el vino. Obviamente no le gustó, probablemente por que no era el auténtico Fondillón de Alicante.

«Yo me había figurado que sería muy almenada, al recordar un verso de las Orientales de Victor Hugo, que dice Alicante aux clochers mèle les minarets» (En Alicante se mezclan los minaretes con los campanarios). Pero en Alicante, por lo menos hoy, le sería muy difícil realizar esa mezcla -yo reconozco que es infinitamente deseable y pintoresca-, puesto que, primero, no tiene minarete alguno, y, además, el único campanario que posee es una torre muy baja y poco visible. Lo característico de Alicante es una enorme roca que se eleva en medio de la ciudad, la cual, magnífica de forma, magnífica de color, está coronada por una fortaleza y flanqueada por una garita suspendida sobre el abismo de la manera más audaz».

«Esto es todo lo que sé de Alicante, donde el barco no tocó más que el tiempo necesario para tomar carga y carbón, tiempo que aprovechamos para almorzar en tierra. Como puede suponerse, no desperdiciamos la ocasión de hacer algunos estudios concienzudos sobre el vino de la tierra, que no encontré tan bueno como yo me lo imaginaba, a pesar de su autenticidad indiscutible; quizá el asunto consistiera en el sabor de pez que le había comunicado la bota que lo contenía».