Foxtrot es, según su director, un baile de un hombre con su destino. «Es una parábola filosófica que intenta deconstruir ese difuso concepto llamado destino a través de una historia sobre un padre y un hijo. Están lejos uno del otro, pero a pesar de la distancia y la separación, intercambian sus destinos y a partir de entonces, ya nunca serán los mismos. He querido abordar la brecha que existe entre las cosas que controlamos y las que están fuera de nuestro control». En estos términos definió su película el director Maoz, que debutó en 2009 con Lebanon, León de Oro en Venecia, y que ocho años después regresa con suj segunda película, Foxtrot, elegida por Israel para hacerse con la nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa.

Michael, el protagonista, ve cómo crece su rabia ante las excesivas muestras de luto de sus familiares y las palabras bienintencionadas de los burócratas del ejército. Su mujer, sedada, descansa, mientras Michael se sumerge en una espiral de ira para experimentar uno de esos giros insondables de la vida, a la altura de las surrealistas experiencias de su hijo mientras realizaba su servicio militar.