Es el segundo largometraje como directora de la actriz y guionista Greta Gatwig, la primera en solitario ya que su opera prima, Nights and weekends, la realizó en 2008 con Joe Swanberg, y lo suyo ha sido algo así como llegar y besar el santo, ya que Lady Bird ha sido nominada a cinco óscars, los de mejor película, actriz ( Saoirse Ronan), actriz de reparto ( Laurie Metcalf), guion original y dirección, y se ha hecho ya con dos Globos de Oro (los de mejor película musical o comedia y mejor actriz). En este semi debut, la cineasta explora en profundidad tanto los aspectos cómicos como los patológicos del turbulento vínculo entre una madre y su hija adolescente. Christine McPherson (Ronan) es una joven incontrolablemente amorosa, profundamente obstinada y de opiniones férreas. Por mucho que luche contra ello, es exactamente igual que su madre (Metcalf), una enfermera que trabaja incansablemente para mantener a flote a la familia después de que el padre ( Tracy Letts) se quedase sin empleo.

Ambientada en el año 2002 en Sacramento, California, en mitad de un panorama económico marcado por cambios vertiginosos, Lady Bird ha sido definida como conmovedora visión de las relaciones que nos modelan, las creencias que nos definen y la belleza inigualable de un lugar llamado hogar. La directora afirmó que cuando eres adolescente en Estados Unidos, tu vida está organizada en torno a años académicos: «Siempre parece tener sentido contar la historia de todo un curso. Los rituales propios, la circularidad. El modo en que acabamos donde empezamos. Es una espiral ascendente. El último año de instituto arde con intensidad y desaparece tan rápido como ha emergido. Hay una cierta intensidad especial en los mundos que llegan a su fin. Hay un sentimiento anticipado de pérdida, de "últimos". Es así tanto para padres como para hijos. Es algo bello que nunca antes habías apreciado y que termina justo cuando por fin lo entiendes. El modo en que el tiempo se escapa es un tema central de la película, con cada escena precipitándose sobre la siguiente. No podemos detenerlo».

Gerwig afirmó que una vez que tuvo el guion acabado, supo que debía dirigirlo. «Y supe -añadió- que esa había sido mi intención desde el principio. Simplemente no podía permitírmelo saber para no asustarme. Llevo queriendo dirigir hasta donde me alcanza la memoria, pero la valentía no es algo que se reúna de la noche a la mañana».