Es un retrato de Tonya Harding, que dominó el hielo con un estilo de patinaje totalmente único. También dominó los titulares de los medios de comunicación por algo completamente diferente. Yo, Tonya ha sido definida por momentos, un absurdo, trágico e hilarante retrato de la mujer en el centro del mayor escándalo en la historia del deporte. Tonya Harding ha pasado a la historia por dos razones: ser la primera patinadora estadounidense (segunda del mundo) en completar un salto de triple axel en una competición; y la dantesca historia de la agresión a su principal rival deportiva, Nancy Kerrigan, en la que ella siempre negó estar implicada (de hecho jamás fue condenada por ello, aunque sí por encubrirlo). Un suceso que la convirtió en la mujer más odiada de Estados Unidos. Su director es Craig Gillespie, (Noche de miedo, El chico del millón de dólares, La hora decisiva). Fue nominada a tres Globos de Oro, incluidos los de mejor actriz y mejor película de comedia, haciéndose con el de mejor actriz de reparto para Allison Janney. El director hizo la película «porque la historia estaba contada con una gran maestría, con un magnífico equilibrio entre emoción y humor, y una estructura nada convencional que intimidaba pero resultaba a la vez estimulante. Era un tono peliagudo de conseguir, pero me pareció que encajaba maravillosamente con Margot. El equilibrio que le he visto mantener en sus trabajos anteriores entre el humor, la vulnerabilidad y la fuerza eran todos atributos que me parecía que representaban a la perfección el mundo de Tonya». La cinta permitió a Gillespie, como el mismo aseguró, descubrir el mundo del que procedía Tonya y la concentración y la perseverancia que necesitó para llegar a dos Juegos Olímpicos entre todo el caos de su vida.