Es una comedia envuelta en tragedia, en la que una celebración amistosa se convierte en cuestión de segundos en un violento encuentro. Una semana puede ser mucho tiempo en política, pero unos minutos pueden ser cruciales en una relación personal. En estos términos definía la directora Sally Potter su película, una comedia negra de apenas 71 minutos presente en el Festival de Berlín. La protagonista, interpretada por Kristin Scott Thomas, acaba de ser nombrada ministra y por ello varios amigos se reúnen en una fiesta para celebrarlo.

Autora en 1992 de la prestigiosa Orlando, en The party quería invitar al espectador a la carcajada siendo testigo -a través de la inquisitiva lente de la cámara- de este grupo de personas que penden de un hilo para preservar su propio partido, oscilando constantemente entre lo moralmente correcto y lo políticamente aceptado. «The Party se concibió -declaró la cineasta- como una película reducida a los elementos esenciales, para mí el hecho de trabajar en un solo espacio y en tiempo real era una virtud. Además, rodamos en blanco y negro y sin efectos especiales. Estas herramientas, aparentemente tan sencillas, llevaban el peso de contar toda la película. Con esta forma de trabajo, los elementos están muy expuestos. No hay lugar donde esconderse cuando se trabaja con ingredientes tan primarios como la historia, los personajes, el blanco y negro, las voces y la música».