Ha sido definida como una variación del romance gótico que examina el significado del amor ante un peligroso telón de fondo llamado The House of Woodcock. En un esfuerzo por captar y retener el amor, Reynolds y Alma luchan para comprenderse y controlar los instintos e impulsos que solo el amor más genuino puede producir. Una película basada en interpretaciones increíbles, poderosos recuerdos y música de Jonny Greenwood, de Radiohead.

Estamos en el glamuroso Londres de los años 50, tras la guerra, cuando el célebre modisto Reynolds Woodcock ( Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril ( Lesley Manville) son el centro de todas las miradas en el mundo de la moda británico: visten a la realeza, estrellas de cine, herederas, miembros de la alta sociedad, debutantes y damas con el inconfundible estilo de la Casa Woodcock.

Por la vida del diseñador desfilan todo tipo de mujeres, brindándole inspiración y compañía, hasta que se cruza en su camino una joven de convicciones férreas, Alma ( Vicky Krieps), que pronto se convierte en un pilar de su día a día como musa y amante. La vida de Woodcock, hasta entonces cuidadosamente controlada y planificada como todos sus patrones de costura, se ve sacudida por el amor.

Es la octava película del singular y prestigioso director norteamericano Paul Thomas Anderson, que debutó en 1996 en la gran pantalla con Hard eight, Sidney, la única de su obra inédita en España, que fue seguida de Boogie nights (1997), Magnolia (1999), Embriagado de amor (2002), Pozos de ambición (2007), The master (2012) y Puro vicio (2014) y en ella pinta un luminoso retrato tanto de un artista en un viaje creativo, como de las mujeres que hacen girar su mundo.

Nominado en seis ocasiones a los OPscars como guionista, Anderson, entre cuyos trabajos más recientes se encuentran vídeos musicales de HAIM y Radiohead, así como el documental musical Junun, no sentía especial interés por los modistos ni la historia de la moda hasta acabar el rodaje de Puro vicio. Unos meses después, camino de un evento con Jonny Greenwood, su colaborador habitual y protagonista de Junun, el músico alabó el corte del traje de Anderson.

La sencilla observación despertó el interés de Anderson por la moda y descubrió al modisto español Cristóbal Balenciaga (1895-1972), cuyas colecciones se hicieron célebres en ambas orillas del océano por el uso de encajes, un corte innovador y una gran elegancia. Se sumergió en la biografía escrita por Mary Blume, The Master of Us All: Balenciaga, His Workrooms, His World (El maestro de todos nosotros: Balenciaga, sus talleres, su mundo) y le fascinó la vida monástica del modisto, su total dedicación al diseño, así como su éxito coincidente con la Era Dorada de Hollywood y el New Look creado por Christian Dior en París.

Los rasgos angulosos y la distinción de Balenciaga hicieron pensar al director en Daniel Day-Lewis, con quien tenía ganas de volver a trabajar. «Daniel es muy atractivo, pero en la película que hicimos juntos, su personaje se ve afeado por su carácter», dijo Paul Thomas Anderson. «Fue entonces cuando pensé en escribir para él el papel de un hombre apuesto que viste de forma impecable, le encanta la ropa, se preocupa por su apariencia y le gusta hacer cosas con las manos». El conocido actor también es un experto diseñador de zapatos, por lo que era perfecto para encarnar el creciente interés del realizador por Balenciaga.

Además, Anderson siempre se sintió atraído por el glamur de mediados del siglo pasado y los romances góticos, sobre todo por Rebeca, de Hitchcock. Para su siguiente largo pensó en una dinámica triangular basada en un hombre, su hermana y una mujer. «Buscaba la ambientación ideal para una historia como esta», dice. «Tenía que haber mucha clase, los personajes debían ir muy bien vestidos; o sea, un mundo que diera cabida a un romance de estilo gótico».

La idea intrigó a Day-Lewis, y los dos se lanzaron a estudiar la alta costura, documentándose en todo cuanto les fue posible acerca de Balenciaga y sus contemporáneos, entre los que estaban el británico Charles James, que se convirtió en un famoso diseñador después de irse a Chicago a los 19 años, y Dior, que reinventó la silueta femenina.«Después de la II Guerra Mundial, el gran mundo de la alta costura estaba en París, donde reinaba el New Look, pero también había diseñadores sobresalientes en Londres», dice Day-Lewis. «Nos pareció que la película debía reflejar la historia de Inglaterra y las extraordinarias telas procedentes de las islas británicas. Los sastres y las modistas siguen haciendo ropa así, es maravillosa. Cada temporada, al llegar las nuevas telas, las estudian, las tocan, las huelen y diseñan modelos nuevos. Nos fascinó la idea de una Inglaterra sobreponiéndose a los años de guerra a pesar de la austeridad».