Describe la lucha intensa de la ONG Act-Up en los años más álgidos del sida en Francia -finales de los 80 e inicios de los 90- y cuenta la historia de amor desgarradora y trágica entre dos activistas, uno muy carismático, VIH positivo, y otro no portador del virus. Fue la gran sensación de Cannes, donde conquistó el prestigioso Premio Especial del Jurado y fue la apuesta clara del presidente del jurado, Pedro Almodóvar.

Son los principios de los 90. Mientras el sida lleva casi diez años matando, los militantes de Act Up-Paris multiplican las acciones para luchar contra la indiferencia general. Recién llegado al grupo, Nathan quedará conmocionado por la radicalidad de Sean, que consume sus últimas fuerzas en la acción. Este es el contexto en el que el director de la película, el francés nacido en Marruecos Robin Campillo, sitúa un relato dramático que se presentó también en el festival de San Sebastián y en el de Rio de Janeiro. Ahora tanto su director como los actores Nahuel Pérez Biscayart y Arnaud Valois están en plena campaña par que se haga con el Óscar a la mejor película en lengua extranjera.

Según el director y los dos actores, los jóvenes norteamericanos se quedan muy conmovidos por el lado político de la película. Campillo destacó una proyección realizada en Nueva York, cuya comunidad homosexual sufrió mucho a finales de los noventa y que movilizó a los activistas de Act-Up con mucha intensidad. De hecho, Act-Up París estuvo inspirada en Act-Up Nueva York, por lo que la cinta es como un tributo a esta comunidad por todo lo que hizo a favor del sida.

Act-up París fue creado el 26 de Junio de 1989 aprovechando la marcha del orgullo gay que se celebraba y en la que 15 activistas representaron el primer die-in, protesta consistente en simular cuerpos muertos sobre la calzada. En sus camisetas se podía ver el lema: Silence=Death (Silencio=Muerte) y el triángulo rosa, distintivo impuesto sobre los hombres homosexuales deportados en la Segunda Guerra Mundial, aunque dado la vuelta con el punto hacia arriba.

Act-up surge del resentimiento hacia el establishments médico, político y religioso cuya pasividad y prejuicios fueron y continúan siendo la fuente de este desastre humano. La misma ira es la que conduce a aquellos quienes fueron obligados a luchar contra el silencio y hacerse así mismos visibles.