Acaba de conquistar, sorprendiendo a propios y extraños, cuatro de los seis Globos de Oro a los que era candidata, los de mejor película dramática, mejor actriz (Frances McDormand), mejor actor de reparto (Sam Rockwell) y mejor guion y es un drama, pero con toques de comedia, que supone la revelación absoluta del escritor y director Martin McDonagh, que ya se hizo en 2004 con el Óscar al mejor corto, Six shooter y que solo había dirigido desde entonces dos largometrajes, Perdidos en Brujas y Siete psicópatas.

Nos enfrenta a una situación muy delicada para la protagonista, Mildred Hayes, una Frances McDormand que ya logró la estatuilla por Fargo en 1996, que después de meses sin que aparezca el culpable de la muerte de su hija, da un valiente paso al pintar tres anuncios en unas vallas publicitarias camino de su pueblo con un polémico mensaje dirigido a William Willoughby (el nominado al Óscar Woody Harrelson), el venerado jefe de policía del pueblo. Cuando su segundo al mando, Dixon (Sam Rockwell), un inmaduro niño de mamá aficionado a la violencia, entra en acción, la guerra entre Mildred y las fuerzas policiales de Ebbing no hace más que empeorar.

El conflicto de Mildred con el jefe de policía de Ebbing constituye el núcleo de Tres anuncios en las afueras. «La historia trata sobre una guerra entre dos personas que tienen su parte de razón», señaló McDonagh, «y ahí es donde surge mucha de la tensión y el drama».

Estas tensiones evolucionan para mostrar lo que sucede cuando no se puede controlar la furia. A medida que la tensión aumenta, la película profundiza en los temas de la división, la ira y los juicios morales.

McDonagh se preguntó: «¿A dónde puedes ir cuando estás en una situación en la que has sufrido una pérdida y en la que sientes tanta ira que no puedes escapar? ¿Qué puedes hacer, constructiva o destructivamente, para cambiar un poco las cosas y que solucionar algo? Es una idea interesante que explorar, la idea de qué sucede cuando puede que no haya ninguna esperanza, pero decides que vas a seguir actuando hasta que la esperanza llegue. Creo que esto la hace diferente de la mayoría de películas de crímenes; siempre queda la pregunta de ¿qué pasa si el crimen no tiene solución?».

Puede que el mayor desafío de McDonagh fuera equilibrar la comedia negra de la historia con la cruzada emocional de Mildred. McDonagh confió en que el humor estuviera ahí, negro y cortante, aunque permitió a sus personajes moverse por la angustia de la pérdida, la injusticia y la resistencia al cambio.

«Lo que le pasó a la hija de Mildred es muy triste y horroroso, así que pensé que era importante mantener las riendas de la comedia, incluso en los momentos más negros, y asegurarnos de que la lucha de Mildred contra la desesperanza la mantuviera en pie durante toda la película», explicó McDonagh.

La forma única de McDonagh de combinar diferentes tonos es algo a lo que aspiran todos los actores. Según apunta el actor Lucas Hedges: «El guion de Martin es fantástico y realista al mismo tiempo, un sueño para cualquier actor. Escribe textos muy honestos emocionalmente hablando, casi shakesperianos en algunos momentos por el registro tan elevado». Abbie Cornish añade: «Hay algo muy puro en el tono de Martin. No es una ilusión, sino todo lo contrario: es sólo la verdad».

Según McDonagh, esta película es la más trágica que ha escrito, pero también es una búsqueda de la esperanza. «Aunque el punto de partida es muy triste, también hay mucha comedia y esperamos que sea muy emotiva en algunas partes», afirma McDonagh. «Creo que es mi forma de ver la vida. Veo la tristeza de determinadas cosas, pero siempre intento moderarla con el lado positivo, con humor, por muy negro que pueda ser, y con la lucha contra la desesperanza».