Siempre he pensado que ese tiempo que se escurre entre los dedos es, quizás, la esencia de una vida que no puede ser desperdiciada. Cada minuto, cada respiración, cada sonrisa, cada lágrima, cada gesto, esa mirada tuya que se cruzó con la mía desbordando mi piel al infinito (e incluso mas alla?) y que por un instante me rozó el alma, ese abrazo de mi padre, esas orejas caídas de mi Rex o la simple existencia de un ser único, como mi hijo, como el tuyo, como cada gesto de vida que no se puede hurtar al mundo, porque está ahí, inexorable? siempre he pensado, digo, que estas, y no otras, son las cosas que distinguen el calendario de cada año de mi existencia o de la tuya. El resto, es pura farfolla, decorado de attrezzo, de lujo o de sabiduría, pero attrezzo al fin y al cabo. Es la «ensalada», el meltingpot de todo un recorrido por la historia de cada uno de nosotros. Pero no cambia el hecho verdaderamente importante de que mañana, sí mañana, es la razón misma de ayer, el marcaje de un pasado con todo lo que conlleva y que se refleja en el futuro. El 2018 puede que reconozca los emoticonos de pelirrojos o de un nuevo giro copernicano a la vida misma, puede que volemos a Marte o que un barco a Venus se quede varado en la orilla de esta parte de la Tierra. Pero seguro que será ese lazo entre tú y yo que nos llevará a volver a creer en los sueños. Así que, no hay mejor motivo que pasar cada minuto de estos últimos días soñando. He pensado, querido amigo, que podríamos empezar por respirar con música el viernes. Que mejor que cantar esta noche The show must go on al ritmo de un Freddie Mercury en el Teatro Principal esta noche, porque cada lágrima en ese ring que me dieron estos diez años que concluyen por fin, son un homenaje a ese líder de la bondad y el arte. Quizás Diana Navarro, en el ADDA, me embargue también el arte de los poros, porque su voz recorre el infinito. Tanto como me gustaría disfrutar de un concierto de Año Nuevo ( la joven orquesta de esta provincia es lujo y frenesí..), o porque no, escuchar a un nuevo Tony Bennet llamado Harry Pearson and the Cabaret at karaoke, en Orihuela Costa, donde la vida es genialmente casi «guiri» y yo, te propongo perdernos por esos caminos que un buen rolling stone vislumbra siempre? o porqué no, ahora que ya somos algo más «sanos», seguir corriendo la San Silvestre en Elche, o en Crevillent, o en el mismo paseo de Alicante, donde el corazón acelerará el pulso hasta el infinito. Entre la emoción de no ahogarme y el coraje de llegar hasta la meta, para demostrar que, señores, quiero y puedo? entre medias creo que Pinocho, tan de moda su nariz por estos lares, puede ser un buen plan. Me cuentan que en el Colegio de Médicos de esta ciudad de Alicante niños y mayores pueden disfrutar de una bonita tarde entre sus maderas, esqueleto de una caricatura bellísima. Aunque tampoco sería mala marca irnos a cantar en Festivern, un poquito más al norte, en Tavernes de Vallidgna o a ver la nieve del valle de Alcoy. Los Pastorets recorren calles y rincones de sus empedradas y bellas aceras, o hacer unas bolas de nieve en el Pont de la Neu y luego zamparnos la última buena olleta del año. Con esos vinos que, ya te cuento, son de los que otorgan vida a la sangre, quizás por ese color grosella de bosques infinitos. Pero, como nací en el Mediterráneo, no me cabe duda que acabaré este año como empecé, en el agua. Entre la isla de Tabarca, en una barquita de vela surcando el mar que no consigo evitar, o en la playa, donde la noche del 31 no hay mejor plan que ver nuestro futuro. Ese que, espero juntos sea el más bello... y que, de paso, la esperanza y la Fuerza nos acompañen, falta nos hace compañero. Y, si tienes valor, despliégala en la mascletà de mi ciudad, desde mi balcón, en los Luceros, donde la pólvora nos dirá que ya toca. Por fin...