Como hombre blanco que es, el director sudafricano John Trengove se planteó representar la vida de hombres negros marginados llevando a escena un mundo ajeno a él que no parecía natural. Es más, fue increíblemente complicado al ser su primer largometraje para la gran pantalla, aunque había dirigido cortos y series desde 2008. En La herida le importaba que la historia reflejara esta problemática y creó el personaje de Kwanda, ajeno a este mundo de tradiciones que manifiesta una perspectiva parecida a la suya sobre los derechos humanos y la libertad individual.

Xolani, obrero solitario, participa con otros hombres de su comunidad en la ukwaluka, un rito iniciático tradicional para jóvenes en los últimos años de la adolescencia. Kwanda, de Johannesburgo y tutelado por Xolani, recibe burlas de sus compañeros por ser de ciudad y demasiado sensible. Cuando Kwanda descubre que Xolani está enamorado en secreto de otro de los cuidadores sus vidas cambiarán.

Una película así, según Trengove, no pretende aportar soluciones al infierno de millones de homosexuales en el continente africano y en el mundo, pero espera que consiga representar esta crisis como lo que es: un abismo profundo que no deja de crecer. «Contra todo pronóstico -indica el director-, al escribir La herida, me inspiré en Robert Mugabe. Sus declaraciones dan a entender que la homosexualidad es un signo de la decadencia occidental que amenaza la cultura «tradicional». Entonces me dije: «Bien, imaginemos la homosexualidad como una especie de virus que penetra en un organismo patriarcal y lo pone en peligro, y veamos cómo responde el organismo».