Su guión y su dirección intentan endulzar el amargo trago de la memoria histórica de la Guerra Civil de la novela de Ramiro Pinilla en una lectura delirante y divertida. En palabras de su directora, Ana Murugarran, La Higuera de los Bastardos entrelaza el drama con la comedia negra, construyendo un relato en el que el espectador avanza cómodamente por una patética época de postguerra, donde el franquismo, la comedia, la religión, la magia, el drama, la memoria histórica y la ternura, sin desprenderse del peso de lo español, convierten a La Higuera de los Bastardos en un cuento universal que podría ocurrir en incontables lugares del mundo.