Fue unánimemente elogiada en el Festival de Cannes, donde algunos críticos la catalogaron de obra maestra y recibió el premio del Jurado Ecuménico, presentándose asimismo en los certámenes de Toronto y de Valladolid. Lleva la firma de Naomi Kawase, sin duda uno de los cineastas japoneses, junto con Kore-eda, más destacados del actual cine nipón y de él se han visto en España joyas de la categoría de "El bosque del luto", "Aguas tranquilas" y "Una pastelería en Tokio". Nos lleva de la mano de Misako, una apasionada guionista de películas para invidentes. En una proyección cinematográfica conoce a Masaya, un fotógrafo mayor que ella que está perdiendo su vista lentamente. Misako pronto descubrirá las fotografías de Masaya, que la transportarán a algunos recuerdos de su pasado. Juntos aprenderán a ver de manera resplandeciente el mundo que antes era invisible a sus ojos

En un texto sobre la película, su directora señaló que si los ciegos pudieran ver el cine, si pudieran escribir una "Y sin embargo, hay personas que no pueden ver películas, y Misako encuentra insoportable que deban resignarse a ello. Ella quiere transmitir la maravilla del cine incluso a aquellos que no pueden ver. De modo que Misako encuentra su razón de ser en su trabajo como guionista de películas para invidentes".