La flamante Palma de Oro del Festival de Cannes de 2017 y ganadora también del Premio Vulcain por su contribución artística. Es el quinto largometraje de ficción del sueco Ruben Ostlund y el segundo que se estrena en España, donde ya vimos Fuerza mayor en 2014. El relato se mueve en el entorno humano y profesional de Christian, un padre divorciado que disfruta dedicando su tiempo a sus dos hijas. Es un valorado programador de un museo de arte contemporáneo y es de esa clase de personas que conducen un coche eléctrico y respaldan las grandes causas humanitarias. Está preparando su próxima exposición, titulada The Square, en torno a una instalación que incita a los visitantes al altruismo y les recuerda sus deberes respecto a sus semejantes. Pero cuando a Christian le roban su teléfono móvil, su reacción no le deja precisamente en buen lugar...

Explora la idea de instalar santuarios humanitarios en el centro de cada ciudad en Suecia. En este santuario - un cuadrado físico situado en la plaza de la ciudad- la igualdad de derechos y obligaciones debe prevalecer. El cuadrado tiene la habilidad de mejorar la actitud de las personas hacia extraños y podría tener un potencial impacto positivo en el «efecto espectador», un fenómeno social cuyos individuos están menos dispuestos a ofrecer ayuda a la víctima cuando otras personas están presentes.

La película encara la debilidad de la naturaleza humana: cuando uno intenta hacer lo correcto, lo difícil no es estar de acuerdo con los valores comunes, sino actuar respecto a ellos. Por ejemplo, ¿cómo debería tratar a los mendigos si quiero promover una sociedad justa e igualitaria donde la brecha entre ricos y pobres ha desaparecido? ¿Debería mantener el estilo de vida privilegiado que me permita darles algo cada día y mejorar su situación mínimamente?