Hace unas semanas me sorprendí a misma sugiriéndole a una clienta que para dar una nueva vida a su mesa auxiliar y que nos encajara con la nueva decoración la lacara en negro, ella me miro ojiplática, me conoce hace tiempo, y desde luego esa no era la respuesta que esperaba, pero os aseguro que la idea es muy buena.

Y es que sin darnos cuenta el negro se ha ido instalando silenciosamente en la decoración, y seguramente provocado por la herencia de los estilos escandinavo e industrial que tanto adoramos, convirtiéndose el negro en la opción perfecta para hacer resaltar los blancos, que desde luego no abandonaremos nunca, y así crear ambientes en armonía y poner en marcha la famosa ley del contraste.

El secreto para echar mano de este color tabú, tan temido y respetado, es incluirlo en estancias donde predomine el blanco sobre todo las cosas, o aplicarlo en la parte de la estancia donde se reciba más luz natural.

El negro en su justa medida es elegante y sofisticado, y combinado con el blanco forman un dúo cromático perfecto que querrás tener en casa. Empieza por elegir pequeñas y ligeras piezas de mobiliario, cojines, marcos en cuadros o espejos, lámparas... Y déjate seducir por el «lado oscuro».

Esto las marcas lo saben, y empiezan a inundar sus catálogos de detalles deco, accesorios de baño, papeles pintados o vajillas, a los que a día de hoy, ya es muy difícil resistirse.

Hasta los dormitorios infantiles se han apuntado al carro, con resultados sorprendentes, acabando con el reinado del azul o rosa para el chico o chica de toda la vida, apostando así por habitaciones neutras, atemporales y de vanguardia para los niños que están más a la última.

El negro no es una tendencia ¡Es ya un imprescindible!