unque él lo niega, a buen seguro que estaba predestinado desde que nació a ser una figura importante en el mundo del vino. Lo que sí admite es que era un chico de pueblo, que se crío entre vinos, como no puede ser de otra manera si das tus primeros pasos en Castilla-León, donde prácticamente cada localidad, por pequeña que sea, tiene su bodega. En su caso fue en Valbuena de Duero (Valladolid). Mariano García comenzó su andadura de la mano de Vega Sicilia, donde estuvo como enólogo durante 30 añadas. En los noventa triunfa con su bodega familiar, Mauro, con caldos de reconocido prestigio junto a sus hijos Alberto y Eduardo. La pasión por su profesión le ha proporcionado numerosos reconocimientos y galardones. Una pasión que transmite de inmediato en cuanto empiezas a conversar con él sobre vinos.

¿Cómo ve el panorama nacional del vino?

Hoy en día, en España en tintos no tenemos que envidiar nada a nadie y somos el país que más variedad tiene. Estamos a una altura de lo mejor. Lo que no tenemos es la historia que, por ejemplo, tiene Francia. Cuando nosotros andábamos en zapatillas ya se hablaba, a nivel mundial, de la gastronomía y los vinos franceses. En blancos aún estamos un poco por detrás.

¿Existe el vino perfecto?

Estoy convencido de que el mejor vino que tenga que probar está por hacer. Día a día estamos mejorando en todo. Pero también tengo que decir que los vinos perfectos no me emocionan, reconozco que me gusta cierta imperfección. Los vinos tienen que tener carácter, personalidad y un estilo, tienen que reflejar de donde vienen. Ese es el vino ideal. Y que me produzca placer, que me permita disfrutar.

Pero, ¿cuál es el camino?.

Es importante que el terruño sea bueno, buscar la filosofía y el estilo del que lo hace, ese sello personal, que a su vez tiene que respetar el entorno, el producto y saberlo interpretar para sacar el máximo, porque si no, por mucho que sepas, no aprovechas todas su posibilidades.

¿Qué es más importante a la hora de hacer un buen vino, la uva o la elaboración?

Se da por hecho que a la hora de hacer un vino la gente que lo va a elaborar sabe. Entonces para mí la parte fundamental es el terruño, la uva. Luego también es importante saber reconducir ese terruño, esa uva. Si estás en Toro, por ejemplo, no puedes pretender sacar un vino tipo Borgoña. Si tienes el mejor terruño y sabes interpretar, reconducir dónde va esa uva, puedes sacar ese gran vino. Pero de esa zona, ojo. En cuanto a la elaboración, bajo mi punto de vista hay que manipular lo menos posible. Cuantos más conocimientos tienes, menos necesitas de medios mecánicos y accesorios. Es como en gastronomía, cuando tienes una buena materia prima, un buen producto, hay que respetarla y las elaboraciones tienen que permitir apreciarla con plenitud.

¿La viticultura y la enología son ciencia u oficio?

Las dos cosas. Tienes que tener conocimientos, pero esos conocimientos los tienes que encauzar bien, a través de la experiencia, y ser muy respetuoso con el producto y con el proyecto.

¿Qué le recomendaría a un joven emprendedor que quiere aventurarse en la elaboración de vino?

Que tenga las ideas muy claras de lo que quiere hacer. Que no se deje influenciar por modas o por lo que se está hablando en un momento dado. Que empiece por los cimientos. Que busque un terruño y confíe en él. Que le ponga pasión y que empiece a hacer un proyecto desde abajo hacia arriba. Que vaya poco a poco, sin gastos excesivos ni en bodegas ni en instalaciones. Eso sí, tiene buscar y decidir lo que quiere, que lo interprete bien y empiece por pocas botellas, pero con estilo propio.

¿Qué opinión tiene de los vinos de Alicante y de su variedad estrella, la Monastrell?

La Monastrell es increíble, tiene una personalidad y un estilo que está ahí, y es como es. A mi me encanta, aunque no es una variedad para todos los días. Este es su hábitat y es la que variedad que hay que trabajar aquí, en Alicante. Ahora bien, una Monastrell hay que saberla llevar, que sea más placentera. Es una uva que no te va a defraudar, muy agradecida.

¿Conoce el Fondillón?

Es un vino que no se puede perder, es historia. Tiene ese toque distinto que no se encuentra en otro sitio. Quizás hay que valorarlo más, aquí se valora menos que fuera.