Es un relato que tiene su punto de partida en 1948, cuando Jacques Cousteau ( Lambert Wilson) y su esposa Simone ( Audrey Tautou) deciden lanzarse a la aventura y cumplir el sueño de Jacques de recorrer los océanos e investigar lo inexplorado, el mundo submarino. Este trayecto, a bordo del Calypso, se convertirá en la odisea de toda una vida dedicada a la ciencia, la fama y la televisión, que convertirá a Cousteau en todo un mito y lo llevará a auténticos paraísos remotos. No obstante, esta es también una historia de luces y sombras, marcada con los conflictos de Jacques con su pareja y sus hijos Philippe y Jean-Michel y por la terrible tragedia que los golpearía unos años después. Cousteau descubrió un nuevo mundo, ahora llega el momento de descubrirlo a él

Quinta película de Jerome Salle, este realizador galo debutó en 2005 con el estimulante thriller El secreto de Anthony Zimmer, al que siguieron tres títulos de acción y aventura de pequeño pero apreciable atractivo, Largo Winch, Largo Winch: Conspiración en Birmani y Zulu. El proyecto de acercarse a la figura de Jacques Cousteau se consolidó cuando Jerome comprobó, mientras hablaba en casa del oceanógrafo, que sus hijos no tenían ni idea de quién era.

Después de hablar sobre esto con otra gente, Jerome Salle se dio cuenta de que Jacques y su mundo estaba cayendo en el olvido para las generaciones que ahora tienen veinte, incluso treinta años. «Así que empecé a buscar -recordó- lo qué se había escrito sobre él: en Internet, en los libros... Vi los documentales de nuevo y acabé sintiendo una tremenda nostalgia. También me di cuenta de que, aparte del film de Wes Anderson The Life Aquatic, ninguna película había abordado la extraordinaria vida de aquél hombre... Así que empecé a investigar los detalles de aquí y de allá y pronto descubrí que había muchos misterios entorno a él: se sabía muy poco de Jacques-Yves Cousteau. Él tenía un control absoluto sobre su imagen cuando se grababa a sí mismo con su tripulación, pero nunca reveló nada íntimo sobre sí mismo».

Para entrar a fondo en el universo privado de Custeau, del que se sabe muy poco, Laurent Turner, el coguionista de la película y Jerome leyeron todo lo que se había escrito sobre Cousteau y luego se reunieron con gente que lo había conocido, porque todas las zonas grises que le rodeaban impedían ver quién era realmente; un hombre que vivió múltiples vidas en una de sola... «Primero tuvimos que hacer -añadió- mucho periodismo de investigación antes de poder empezar el trabajo como guionistas. Una vez estuvo hecho, pudimos concentrarnos en hacer el guion. Pensé que era un buen guión -en el sentido de que estábamos recibiendo buenas opiniones acerca de él- pero yo aún me sentía algo frustrado. Sentía que era demasiado clásico en su acercamiento, demasiado biopic. Creo que fue conocer a los actores lo que me permitió desarrollarlo más a fondo. Pierre Niney, con quién quería trabajar, reforzó mi idea de darle más espacio al papel de Philippe Cousteau, uno de los hijos de Cousteau. En ese momento, la confrontación entre Philippe y su padre, pareció de pronto una buena base para la historia».