Es el segundo largometraje, tras La Batalla de Solferino en 2013, de la directora francesa Justine Triet, que la define como «una comedia desesperada sobre la caótica vida de la mujer moderna». Se acerca a la realidad cotidiana de Victoria, una abogada penalista y divorciada en pleno vacío sentimental, que acude a una boda donde se encuentra con Vincent, un viejo amigo, y Sam, un antiguo cliente. Al día siguiente, Vincent es acusado de intento de asesinato por su compañera y el único testigo de la escena es el perro de la víctima. Victoria acepta a regañadientes defender a Vincent mientras que contrata a Sam de asistente personal. Este es solo el comienzo de las complicaciones de su vida. Formó parte de la sección oficial de Cannes y obtuvo cinco nominaciones a los César, entre ellos los de mejor película, guión y actriz principal.

Al preguntarle la prensa el por qué había elegido como vehículo de la cinta una comedia, Triet contestó que creía que este género ofrece un camino más agradable para mostrar sus obsesiones: las dificultades inherentes en las relaciones de hombres y mujeres, la soledad, los niños, la justicia, el dinero, el sexo. «La comedia -afirmó- da cierta distancia. Quería hacer un retrato de una mujer que descubriésemos poco a poco, capa a capa. Sus problemas sexuales se acentúan con el resto de preocupaciones de su vida: el juicio de su amigo, el acoso de su exmarido, etcétera. Los personajes se revelan lentamente más problemáticos y complejos de lo que podría parecer en un principio. No es una película sobre la inocencia o una crónica sobre la vida amorosa. Es la historia de una mujer compleja que se encuentra en medio de una espiral de emociones encabezadas por su vida profesional. Su vida personal afecta a su trabajo y viceversa durante toda la película. Mi objetivo era ilustrar esto. Qué la deja tirada en el suelo y qué la vuelve a levantar».

La realizadora, responsable también del guión, señaló que la cinta se centra tanto en las reflexiones de Victoria como en sus acciones. «Uno de los objetivos escribiendo el guion -puntualizó- era crear una serie de escenas donde Victoria se confiase a la gente equivocada en el momento equivocado. Les cuenta sus problemas a hombres con los que se tenía que estar acostando, a clientes a los que tenía que estar defendiendo... Muchas veces hay un gran salto entre la posición social de la gente y la forma en que se comportan. Quería llevar la película del drama a la comedia para crear la energía propia de esta paradoja», asegura la cineasta.