Es la quinta entrega de una serie que ha marcado hitos importantes en avances tecnológicos y en recaudaciones en taquilla y, según su director, Michael Bay, que ha firmado toda la saga, es la última que él dirige, a pesar de que los productores rodarán al menos, dos nuevas secuelas. Esta pretende llegar más lejos en espectacularidad y efectos visuales y que por los aires los mitos esenciales de la saga Transformers a la vez que plantea una definición radicalmente diferente de lo que supone ser un héroe. Los humanos y los Transformers están en guerra, Optimus Prime ya no está. La salvación de nuestro futuro depende de una clave enterrada entre los secretos del pasado, oculta en la ignota historia de los Transformers en la Tierra. La titánica tarea de salvar nuestro mundo recae sobre una alianza impensable: Cade Yeager ( Mark Wahlberg); Bumblebee; un Lord inglés ( Anthony Hopkins) y una profesora de Oxford ( Laura Haddock).

La base del relato es que a todo el mundo llega a un momento en la vida en el que el destino le ofrece la oportunidad de marcar la diferencia. En Transformers: El último caballero, los perseguidos se convierten en héroes. Los héroes mutan en villanos. Solo puede quedar un mundo en pie: el suyo, o el nuestro. Michael Bay dijo que la escena más difícil de rodar eran todas, pero que si había que elegir una esa era la final, que fue la más peligrosa y dura. En cuanto a la que más le gustaba, afirmó que la de la casa con el chico intentando esconder los robots en el jardín, «que es para mi la parte más divertida y fascinante».