Es una fusión de drama y documental de naturaleza, el resultado de la colaboración de dos maestros en su campo: el austriaco Otmar Penker, un genio en el campo de la fotografía de la naturaleza alpina y el español Gerardo Olivares, director de Entrelobos. En 2011, cuando empezó todo, a Otmar Penker ( Príncipe de los Alpes) y Gerald Salmina ( Monte San Elías) se les ocurrió la idea de unir su saber hacer en el cine de naturaleza con un drama totalmente guionizado. La idea era hacer una película de aventuras interesante y maravillosamente bien filmada en los Alpes con dos protagonistas: un águila y un hombre. «A lo largo de mis décadas de carrera de realizador de naturaleza -escribió Penker- he trabajado varias veces con águilas. Pero en esas producciones sólo eran personajes secundarios, ya que las tomas largas llevan mucho tiempo y son caras. Como no había muchas buenas películas con águilas reales, surgió la idea de que un águila real protagonizara una historia emotiva». El argumento es bien sencillo. El águila cría dos polluelos. El destino del más fuerte es arrojar al más débil desde el nido. El hombre también tiene sus costumbres y a menudo hace daño a los que más quiere. Lukas sufre a manos de un padre que se ha encerrado en sí mismo desde la pérdida de su esposa. Murió cuando rescataba al recién nacido Lukas y ahora, el muchacho lleva la carga de su muerte. La historia de nuestra águila comienza en el nido. El polluelo que nació primero empuja a su hermano más débil a una muerte segura en el suelo del bosque. Pero el destino interviene y Lukas encuentra al polluelo. Lukas le llama Abel y cuida en secreto al pajarillo, buscando el amor y la compañía que le niegan en casa. Pero cuando llega el día de liberar a Abel en el bosque, ¿podrá Lukas encontrar también su propia liberación en una nueva vida?