Como en la película Bienvenido Mr. Marsall, pero en versión Alicante de este siglo XXI, y con la creencia de que han sido casi el maná en tiempos difíciles, nuestras costas y playas, pero también nuestro interior, han sido literalmente casi ocupados por toda una legión de simpáticos y atractivos rusos de Rusia y de países cercanos como Ucrania, Estonia o incluso Armenia. Atraídos por el sol, la gastronomía y como diría mi buena amiga, la pastelera feliz (nuestra Juliette Binoche de Chocolat a la alicantina), Violeta Tuzenko de la pasteleria Violet y nuestro carácter y afabilidad, son hoy unos habitantes incluidos en nuestro día a día. Este melting pot a la alicantina tiene su miga y, desde luego, son unos grandes consejeros para un finde en condiciones que podría ser el de las «mil y una noches» pero a ritmo de la primavera de Tolstoi o los acordes de Tchaikovsky. Los girasoles de sus campos se han visto cambiados por nuestros geranios y claveles, y se les ve disfrutar como «cosacos» con nuestros bares, restaurantes, tiendas, playas, gimnasios o spas como si no hubiese un mañana. El vodka se ha colado en las cartas de nuestros menús junto al cirílico, que, vive Dios, no hay quien lo entienda, pero queda genial. Así que he preguntado a unos y otros y este es el resultado de una guía de finde a la «rusiski» en el mejor de sentidos. Violeta suele ir de copas a San Rocco, a comer a los clásicos Piripi, Nou Manolin, El Portal y fuera a Sierra Cortina al Rice, fantástico sitio de grandes vistas al mar maravilloso entre copas y gastronomía internacional en Finestrat. Gimnasio favorito el Arena en la Playa de San Juan y zapatos en Pikolinos, ropa en Massimo Dutti y Yolanda Gómez y un poquito de spa de vez en cuando la terraza del Hotel Amerigo, masaje incluido. Si viajamos hacia el norte, en la Marina, Altea es el paraíso ruso por excelencia. Nikolay Miturev es el restaurador que hace años vino para quedarse y montar el fantástico Saltea y el Bay Club, ambos en Marina Greenwich, puerto deportivo de primer nivel donde los haya. A su lado, en caminos paralelos, el armenio David Keshabyan (Impuls Plus) destaca por ser el relaciones públicas con la mejor convocatoria de guapos y guapas vips del este con sus fiestas únicas gourmet. Él es un amante de otros restaurantes mas como el Quindici de Altea (además de los anteriores) y el triestrellado Michelin Quique Dacosta. Para comprar Roberto Verino le encanta a él y a su chica, que pronto se casará con unos zapatos exclusivos que María le ha preparado ad hoc para ella con amor. Por el sur, la cosa va de golf y tiendas. La familia Pedrera, sin duda es líder en la cosa de los rusos super vip. Su Alma Beach Club, asesorado por el crítico gourmet Antonio Perez (un solete) en Torrevieja, se llena de glamur las tardes de todo el año y el hotel La Finca Golf Resort, de cinco estrellas luxury total, está llenito todo el año de deportistas vip de Moscú, Rostov, Ekaterinburgo o San Petesburgo, además de ingleses y suecos? para ver un español hay que hacer casi un master. Tiendas como Astoria (Moschino, Armani?), Levi's Strauss o Pepe Jeans Store son referentes de compras en la zona, que las empoderadas rusas alternan con Gore, Amaya Joyeros, Esther Valls o Nichi Seijo en la capital. En Elche el Huerto del Cura o el Frisone son también de sus favoritos y en la costa directamente el Nautilus, regentado por el estiloso Manu Costa y del grupo de la familia Nicolás, es el sitio de arroces y risas, inundado por luz y color. Siempre llegan en esos cochazos que le compran a Perfecto Palacio en Porsche, a Design Cars en Dénia y que suelen ir a customizar y reparar en lujos en el famoso taller de Virauto, en Rojales, acostumbrados a caprichos varios con Ferrari y Mustang americanos, que, junto a deportivos de Jaguar, les pirran. Pero esta guía no se puede cerrar sin una relajante visita a Gegam Kazarian, por cuyos coctel de lujo suspiran hasta Anastacia y Ela, propietarias de Luxency Events, un espacio en San Juan playa donde se hacen desde talleres, a coach, shootings de fotos y cursos de cocina entre rusos y españoles con inquietudes. Viva la mezcla, esa donde el color pasa del hielo este a arco iris mediterráneo en un plis plas.