La Asociación de Fiestas de Moros y Cristianos San Francisco de Asís de Crevillent ha conseguido en medio siglo de vida convertirse en una fiesta arraigada en el municipio. Un colectivo formado en estos momentos por 1.800 festeros mayores de 18 años a los que hay que añadir los menores y familias, que suman alrededor de 5.500.

Creadas en el año 1965, van sumando festeros de generación en generación, superando las crisis. «Vamos ya por la cuarta generación, los festeros hemos resistido bien, no lo hemos notado en cuanto a número de bajas, somos una gran familia y del primero al último nos volcamos en esta Fiesta». Así lo explica el presidente de los Moros y Cristianos, José Ángel Asencio, quien lleva en el cargo desde 2001.

La agrupación celebra sus fiestas el primer fin de semana completo del mes de octubre, de sábado a lunes, y estira un día más hasta el martes, que coincide o con el 9 de octubre o con una fiesta local. Pero sus actividades se extienden todo el año con actos lúdicos, deportivos o culturales, el tradicional Mig Any o los cursos que organizan junto con el Cefire (Centro de Formación del Profesorado), como el realizado sobre tradiciones en fiestas populares.

Uno de los eventos más esperados es la escuela de fiestas, dirigida a los niños a partir de los 7 años, que se celebra a principios de septiembre por las tardes. Profesores y festeros se encargan de explicar a los pequeños conceptos como los aspectos de la Fiesta, cómo desfilar, la música, los disparos de arcabuz o los peligros que conlleva este armamento.

En los días grandes destacan las Entradas Mora y Cristiana, con la particularidad de que los años pares los Cristianos desfilan primero y los impares son los Moros. Un hecho singular son las Embajadas, basadas en un hecho ocurrido en Crevillent en el siglo XIII y cuya originalidad estriba en que no hay vencedores ni vencidos. «Es el único pueblo en el que esto sucede, se trata de la convivencia entre dos culturas, las Embajadas se crearon en el año 1976 y fueron una premonición de lo que pasa hoy en el pueblo, el respeto entre culturas y religiones», afirma Asencio.

2017 acabó de la mejor manera para los Moros y Cristianos de Crevillent con la declaración de Interés Turístico Internacional. Las fiestas se celebran en honor al patrón, San Francisco de Asís, y el objetivo del colectivo es no relajarse, seguir trabajando «con esfuerzo e ilusión» para conseguir que las fiestas resulten cada año más atractivas y brillantes y sean un empuje para la economía local.

Un premio para toda la sociedad crevillentina

Esperanza Sempere Congost. Presidenta de la Coral Crevillentina

La concesión del premio Importante de INFORMACIÓN a las Fiestas de Moros y Cristianos de Crevillent es una gran noticia para toda la sociedad crevillentina, pues toda la ciudad participa de una forma u otra en estas fiestas. No en vano, la Declaración de Interés Internacional ha sido otorgada, entre otras cosas, por la implicación de todos los sectores sociales. Todo Crevillent participa y goza de La Festa.

Como presidenta de la Coral Crevillentina, puedo manifestar que la entrega de las sociedades musicales a la Fiesta es total. Bandas y corales participan en actos oficiales como en la Proclamación de Capitanes y Bellezas, en la Misa Festera, en los Boatos de Capitanías, aportando una faceta característica de un pueblo tan musical como el nuestro: «el canto y la música en la calle», en rigurosísimo directo, así como también se hace en la Semana Santa -también declarada de Interés Turístico Internacional-, y que ofrece una imagen de nuestras fiestas con señas de identidad propias.

Todos los que hemos conocido la Fiesta de Moros y Cristianos desde su origen hemos visto su progresión, desde el compromiso de sus primeras juntas directivas en la incorporación de la mujer a la Festa, hecho que no fue fácil de defender y, en cuyo debate, no pocas «insensatas» jovencitas nos implicamos para romper con una «tradición» difícil de sostener para aquellos años sesenta tan rupturistas en muchos sentidos. También fuimos testigos de la implantación de unas Embajadas singulares, tanto por la calidad literaria y rigor histórico, honor que se le debe a su autor Salvador Doménech, como por el hecho histórico que narra y su mensaje tan actual: el pacto entre moros y cristianos que trajo un dilatado periodo de paz muy fructífero para nuestra villa.

La Festa, hoy, es una gran muestra de la sensibilidad artística de nuestro pueblo en todas sus facetas. Bien está que INFORMACIÓN reconozca sus valores. Es un premio para toda la sociedad crevillentina. ¡Llarga vida a La Festa!

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