De Xavi Hernández (Terrassa, 25/I/1980) se ha escrito que es el líder indiscutible de una generación de futbolistas nacida para perpetuarse en la historia del FC Barcelona. Pero la mejor definición de este jugador de fútbol la dio él mismo: "Soy un futbolista solidario". Cuando está en pantalón corto, Xavi goza siendo un excelente servidor de pases brillantes, resolviendo en un palmo de terreno situaciones comprometidas para el equipo, gracias a un talento especial que le permite pensar y solucionar en una fracción de segundo. Le costó ganarse la confianza y la admiración del público y de los medios. Necesitó convencer con hechos y alcanzó la madurez gracias a su humildad, a su inteligencia dentro y fuera del campo, a saber ver, oír y callar como le recomendó su padre, Joaquim, en los tiempos en los que el Barcelona estaba en crisis de resultados, y el vestuario del Camp Nou, a punto de estallar porque las vacas sagradas comenzaban a despreocuparse del balón. Xavi es un hombre sencillo, que ha aprendido a decir las cosas, por muy duras que parezcan, con muchas dosis de diplomacia, pero siempre de forma clara.

Hipnotiza con el balón en los pies y convence cuando habla. Es campeón de todo. Del mundo y de Europa con la selección española, con la que defenderá en las próximas semanas el título europeo. Tiene un balón de plata y uno de bronce, y muchos títulos colectivos con el Barça. Pero lo mejor que tiene Xavi es su corazón y sus enormes ganas de ayudar a la gente necesitada. Por eso ha sido nombrado embajador de la Obra Social de La Caixa y está empezando a colaborar con planes para niños y personas con problemas.

¿Dentro de este mundo en crisis, usted cómo se siente?

Vivimos una situación bastante precaria, económica y socialmente, y como el fútbol a mí me lo ha dado todo, me siento un privilegiado; creo que estoy en una situación inmejorable.

¿Aparte de todo lo bello que es su mundo, alcanza a ver otras cosas alrededor?

Miro mucho a mi alrededor, y veo gente, amigos, que tienen problemas de trabajo, económicos. Y me los explican, y veo niños que tienen problemas hasta para comer, y me siento mal. Yo tengo, y hay gente que no tiene. Esa inquietud la trasmití a mi familia y a Iván Corretja, mi mánager. Quería tener una oenegé o algo parecido. Entonces surgió la posibilidad de hacer algo para la obra social, no sólo para los menores sino también para adultos, huérfanos, inmigrantes. Conozco a personas que ayudan al pueblo africano o a otros países con problemas, pero resulta que aquí, a la vuelta de la esquina, también hay gente necesitada. Me gustaría ser una persona bastante cercana a ellos.

Creo que el fútbol es un escaparate para cualquier persona, pero para los niños más, y quiero que vean que en este sentido nosotros también estamos solidarizados con ellos. Me gusta la idea, me siento cómodo; además, con los niños siempre me he sentido bien. Quiero enseñarles un poco lo que me han enseñado a mí. La familia, el Barça, y, por supuesto, decirles también que hay que estudiar, que hay que trabajar mucho, respetar, enseñarles lo que he ido aprendiendo durante toda mi carrera deportiva y en mi vida familiar, que creo que he tenido mucha suerte viendo lo que hay.

¿Hay algún caso que haya llamado muy profundamente su atención para dar este paso?

Bueno, sobre todo, cuando te dan ganas de colaborar es cuando te cuentan cosas que les suceden a los niños. Por ejemplo, hablando con el director del centro de Can Palet, en Terrassa, donde he tenido mi primer contacto con la obra social, le pregunté sobre el tipo de niños que recibían. Y me dijo que, en contadas ocasiones, pero ha tenido algún niño que dice llevar varios días sin comer. Me sorprende. ¿Cómo puede ser eso? La de problemas que deben de tener para que algo así esté pasando aquí, y es posible, me decía, que a lo mejor a ese niño lo hayan dejado tirado en la calle, un fin de semana, con lo que se encuentra que el cole no está abierto. Son historias que te encogen el corazón, especialmente cuando ocurre con niños, de seis o siete años, que no tienen dónde ir. Es una barbaridad.

Eso para usted era impensable que estuviera ocurriendo, ni imaginable desde su mundo, ¿no?

Nosotros tenemos una perspectiva distinta. Es verdad que cada uno tiene los problemas que se crea. A lo mejor tienes problemas reales, como que no te hayan valorado lo suficiente en el trabajo, pero no te faltan los recursos primordiales, como el comer, tener cariño, una familia estructurada. Pero cuando te falla todo eso tenemos un problema grave. Por ejemplo, yo me enfado cuando a lo mejor no he jugado un buen partido, o me han cambiado, pero esos son problemas irreales que se crea uno, porque luego ves todo esto, la otra cara de algo que sucede a pocos kilómetros de donde estás, y te das cuenta de que no es que seas un privilegiado, es que tienes una vida de ensueño. Y todo eso lo percibes. Los problemas de verdad, los reales son esos niños que pasan hambre.

¿Admite que en su profesión hay muy poca conciencia de este otro mundo?

Yo pienso que la sociedad en general tiende a ser muy egoísta, nos falta un poco de empatía, cada uno mira su problema y nos falta altruismo. Incluso a veces nos pasa en el ámbito familiar. A lo mejor no te preocupas por tu hermano, que puede que tenga un problema, y ni siquiera le preguntas cómo le va, y tú sólo estás pensando en lo tuyo. Pero esto pasa porque la vida va muy rápido, va tan rápido que ni disfrutas ni estás para la gente que te necesita, y todo esto hace que tengas como un cargo de conciencia.

¿Usted lo tiene?

Yo tengo ese cargo de conciencia. Me digo, estás viviendo una vida espectacular, y hay gente que lo pasa realmente mal, y aquí, aquí a tu lado. Por eso mi inquietud, me sentía con ganas de ayudar a la gente.

Xavi es uno de los pocos jugadores respetado por sus rivales

Siempre ha tenido el perfil de vivir como juega. Es solidario en el campo, y ahora, en la vida, ¿esa inquietud ha crecido con su madurez o le viene de hace tiempo?

Desde hace muchos años. Mi ex pareja trabaja en una ONG también, y ella siempre me decía: "Xavi, has de hacer algo, porque tú eres una imagen de muchos niños, de mucha gente, y tú tienes cierto poder, si tú dices algo con sentido, habrá gente que te siga". Y es verdad, yo creo que los futbolistas, que somos referencia para mucha gente y para niños, tenemos que crear una imagen saludable y hacer respetar unos valores, tenemos que ser ejemplares, aunque no es que queramos ser ejemplo para nadie, pero inconscientemente los niños se fijan mucho en nosotros y, al final, has de crear unos valores y eres ejemplo para esos niños.

¿Qué destacaría de todo lo que ha aprendido en el fútbol?

Yo siempre he dicho que el Barça, la Masia, es una escuela de vida. Te enseña sobre todo a respetar. Primero te respetas a ti mismo y luego respetas todo lo demás, sean compañeros, rivales, el entrenador, el público, el árbitro. Te debes a toda esa masa que te está mirando y admirando, estás haciendo deporte, estás haciendo algo que nos gusta a todos, no estás yendo contra nadie. La escuela del Barça me ha enseñado eso, respeto, el ser solidario, ser altruista, porque el fútbol es un deporte de equipo y eso hace que tengas que pensar en el compañero, qué necesita el compañero. No le puedo dar un mal balón, sólo por ese concepto tan sencillo, no le puedo tirar un melón, tengo que saber dónde puedo pasarlo mejor, si es diestro o zurdo, acomodarle mejor la pelota, son tonterías, pero eso te hace solidario. Eso es lo bueno que tiene el deporte de equipo.

Tiene 31 años. ¿Cree que está en su mejor momento, pero no sólo como futbolista sino también como persona?

A mí me ha cambiado que he sacado mi rendimiento máximo; cuando eso pasa es cuando te sientes bien, a gusto, y, sobre todo, te sientes querido. Yo he pasado un momento en que me tenía que ganar a mucha gente. Empecé mal. Sentía que no tenía un respaldo unánime, que no acababa de convencer. Me costó. Con 24 y 25 años titubeaba, veía que la gente no me valoraba como un gran jugador, y eso se convirtió en una situación difícil de llevar. No tener la confianza de todo el mundo pesa, y cuesta más tener un rendimiento completo. He sufrido. Pero bueno, me he ido quitando cosas, me he sentido importante, hasta llegar a tener un rol de más veterano del equipo, uno de los capitanes, un futbolista contrastado, premios individuales, también colectivos. Vamos, que ahora gozo de un rol inmejorable en mi carrera, que no puedo pedir más. Antes no era así.

¿Cuál ha sido la clave?

Para mí, lo verdaderamente especial es sentirse querido, esa es la clave. Yo me siento querido por todo el mundo, por el público, por la prensa, hasta por los rivales, ahora me respeta todo el mundo, o sea que tengo una situación espectacular en mi vida futbolística. Estoy disfrutando mucho.

Bueno, pero esa situación idílica tiene el riesgo de que usted pueda creérselo demasiado y se pase al otro bando, al del conformista y engreído.

Yo no soy así. Pienso que la familia, los amigos, son los que mejor te hacen ver qué es pisar con los pies en el suelo. Ellos me hacen ver que a lo mejor estoy viviendo una vida irreal, que todo esto es pasajero, que en unos años me retiraré y no tendré ese reconocimiento y vendrán otros en mi lugar. Y es aquí cuando cuenta la humildad, eso que me han inculcado de toda la vida mis padres. Nunca sabes qué es lo correcto, pero creo que mis padres nos encaminaron bien enseñándonos esos valores en casa.

¿Sus compañeros de vestuario tienen el mismo patrón?

Ahora, sí. Hay que tener en cuenta que Puyol, Víctor (Valdés), Andrés (Iniesta), los capitanes, somos todos de casa, y son jugadores que han sufrido. Puyi ha sufrido; Víctor, también; a Andrés también le costó; Messi, siendo argentino, es de casa, con los valores de casa. Pienso que el Barcelona goza de buena salud en este sentido, no sólo futbolístico sino también de sentimiento, de saber dónde estamos. Están Pedro, Busi (Busquets), Piqué, Cesc, prácticamente la selección española es gente nacida en La Masia.

¿Y los nuevos que llegan?

Todos se adaptan muy rápido, el mismo Alexis, que es chileno, pero enseguida ha visto que aquí hay que correr, que se entrena a tope, que el Barça es algo más. Les inculcamos la filosofía que hay en can Barça, el trabajo, la humildad, el respeto, que es la bandera del Barcelona hoy en día.

Y hasta se corrige lo que parece que no está bien visto, por ejemplo, el baile de Thiago y Alves en el campo del Rayo Vallecano para celebrar un gol, y que Puyol frustró llamándoles la atención.

Ese baile, por ejemplo, se puede interpretar de una manera, que es la alegría del fútbol. Los brasileños lo interpretan así, pero aquí en España no está bien visto. Vamos ganando 0-5, en un campo donde se están jugando la vida, que están a punto de descender, que los jugadores tienen problemas para cobrar, pues parece como si te estuvieras riendo de ellos. Y por eso fue Puyi a decirles que ese baile no tocaba bailarlo. Ni era el momento ni el sitio. Pero conociendo a Thiago y a Dani, lo hicieron para disfrutar, no como una falta de respeto, ellos sienten el fútbol así, tienen otros valores, es una fiesta.

Esa escuela de vida como usted llama al Barça ha tenido en Pep Guardiola un maestro aventajado. ¿Lo echará de menos la escuela, se puede perder todo esto?

Hombre, Pep ha sido un revolucionario. Ha dejado unas consignas tan buenas y profundas que son inolvidables. La primera que dijo en el vestuario fue: "Hay que correr, tíos, hay que correr hasta que no se pueda más". Claro, esto es superprimitivo. Sin correr no vas a ningún lado. Hay equipos que gozan de mucho talento, pero si no corren, les pasan por encima. Pep lo decía: "Chicos, vamos a tener el balón mucho tiempo, os lo garantizo, pero cuando no se tenga, hay que morder, hay que pelear". A partir de ahí perfeccionó un sistema y un entrenamiento a tope. Pep tiene un don. Es líder natural, sólo con su presencia ya cautiva. Aparte de que lo ha sido todo en el club, recogepelotas, capitán, ha pasado por todos los estamentos del club. Como lo vive tanto, con tanta pasión, acaba transmitiéndolo todo de una forma especial. Y tienes que seguirlo porque dices: este tío se lo cree, lo piensa, seguro que es como él dice. Espectacular. Ha revolucionado el mundo del fútbol, y ahora hay muchos equipos que quieren jugar como el Barcelona. Es un punto importantísimo que Pep sea sustituido por Tito Vilanova. Tito, y lo digo en el aspecto futbolístico, se ha criado con Pep, y pienso que no va a cambiar mucho el guión. La filosofía de can Barça es intocable, es impensable que venga un entrenador a jugar aquí a la defensiva. Pienso que va a cambiar muy poco del método de trabajo, lo táctico y técnico. La decisión es muy buena, es beneficiosa para todo el mundo, para la gente del vestuario, donde se le tiene mucho respeto a Tito, porque hasta ahora ha sido una persona que habla poco, pero cuando habla se hace notar. Es un tipo muy respetado, muy exigente, muy trabajador, y si no hubiera sido así, seguro que no habría tenido sintonía con Pep, no habría trabajado con él. Tito es superperfeccionista.

¿Y esos conceptos también son válidos para la vida?

Por supuesto. Por eso digo que el Barça es una escuela de vida. Nosotros, por ejemplo, a veces hacemos bromas referidas a Luis Aragonés, todo un personaje, que desde por la mañana, en el campo, siempre iba repitiendo una frase: "¡Cuanto más trabajo, más suerte tengo, cuanto más trabajo, más suerte tengo!", y lo repetía ¡tantas veces!. Esa también es la cultura de Pep. Correr, luchar, trabajar, y luego, claro, está el talento. Si peleas y luchas y no tienes talento, difícilmente ganarás un título. Yo he tenido una gran suerte con los entrenadores que he tenido. Me han enseñado mucho, y no sólo de fútbol, sino valores de la vida. Pep lo ha refrendado con temas tácticos, técnicos. Hemos disfrutado mucho. Estos cuatro años para mí han sido los mejores de mi carrera, no sólo por los títulos, tambien por los entrenamientos, iba ilusionado, me levantaba y ya pensaba en lo que había de nuevo en el entrenamiento, Pep nos tenía apasionados con juegos, siempre con balón. Es como cuando vas a la selección, con Vicente del Bosque pasa igual: expectación por ver qué dice hoy, qué dirá en la charla. Del Bosque, Luis Aragonés, Pep... es fascinante.

Usted siempre incide en la humildad. ¿Es básica para triunfar o basta con el talento?

El fútbol requiere de eso porque es un deporte de equipo. Si juegas al tenis y tienes mucho talento, puedes ganar, pero si no tienes humildad, puedes perder otras cosas. En el golf pasa lo mismo.

Con poca humildad, pierdes tú.

En un equipo no puedes faltar al respeto al compañero, el equipo no depende sólo de ti, es que dependen todos los demás. Tienes que hacer tu trabajo perfecto, luego puede salir bien o mal, pero hay que pensar en el equipo. No sólo perderás tú, sino todo el equipo.

Por lo que cuenta, en el vestuario del Barça no puede entrar cualquiera, sólo aquellos que cumplen con el perfil.

Bueno, aceptamos a todo el mundo, pero la base, la cultura del trabajo, la filosofía del Barça se la explicamos a todos, al mismo Afellay que llega nuevo y que tiene otra cultura, a todos, pero los que vienen o han venido se han adaptado muy bien, son buenos chicos. Los cuatro capitanes llevamos muchos años y sabemos que si estamos unidos podemos cumplir los objetivos.

¿También les toca ese trabajo de transmitir los valores a los más jóvenes?

Ya hay compañeros que tienen roles importantes, Busi, por ejemplo, es titular en la selección española, Piqué..., la gente que sube de casa ya viene de nuestra escuela, por lo tanto no hay tanto trabajo, suben enseñados.

¿Cómo tiene que ser el futbolista ideal?

El futbolista ideal tiene que sentir pasión por su trabajo, que piense mucho en su trabajo, alimentarse bien, cuidarse, ser solidario, altruista, tener empatía hacia el compañero, pensar en el equipo. A veces cuesta porque el ego muchas veces te domina, pero tienes que dominarlo. Y debe pensar que es un privilegio estar donde estamos.

Llega la Eurocopa de Polonia y Ucrania. España defiende título. ¿Cuál es su feeling después de una temporada agotadora?

Nosotros queremos hacer historia. Ningún país ha ganado Eurocopa, Mundial y Eurocopa. Llevamos cuatro años ganando, somos campeones europeos y del mundo, tenemos un buen equipo, un mejor ambiente y jugadores de mucha calidad, y somos favoritos en un torneo que para mí es más fuerte que un Mundial. Hay otros favoritos, Francia, Holanda, Portugal, Alemania, Italia. No hay cenicientas. Me gusta ir de favorito y estoy convencido de que llegaremos muy lejos. Tenemos selección para llegar a la final y ganarla. Echaremos de menos a Puyi y a David Villa, pero estamos muy compactos, somos muchos del Barça, y la filosofía del juego que practica Del Bosque la sabemos.

¿Qué consejo le da a un niño que hoy quiere ser futbolista?

Lo único que le digo es que se lo pase bien, que juegue mucho, que disfrute, que pase todas las horas posibles con el balón, que escuche, que aprenda, que haga caso a los entrenadores, que se apasione. Yo desde que tengo conciencia creo que voy detrás de un balón.

¿Hay que ser rebelde?

En algún momento, sí.

¿Hay que estar indignado?

Muchas veces sí. Nosotros, por ejemplo, cuando el 5-0 al Madrid en su casa, el equipo estaba indignado, y el 2-6 también nos cogió indignados porque se hablaba de canguelo, de chorreo, todo desde la prensa. Y la injusticia a mí me indigna. Me rebelo contra eso. O sea, que si no fuera futbolista, estaría en las plazas manifestándose. Si lo sintiera, seguro que sí.