Aunque, como en todos los órdenes sociales se alcen voces críticas y opiniones que encierran una apreciable dosis de escepticismo, respecto a la funcionalidad y existencia de determinadas entidades, también esta opinión afecta a las Asociaciones, pero aquellos que alzan esas voces no se pueden olvidar de la importancia real del movimiento Asociativo. Una importancia tal, que en nuestra Constitución, en su artículo 22, que a su vez está regulado por la Ley Orgánica 1/2002 de 22 de marzo, se regula el Derecho de Asociación. Otras normas con rango de Reales Decretos dan carta de naturaleza al Registro Nacional de Asociaciones y vertebra las relaciones entre éste y el resto de Registros de Asociaciones.

Así las cosas y en un escenario que tiene un indudable protagonismo en nuestro Ordenamiento Jurídico, es preciso considerar la existencia del Asociacionismo, su ideario y cuáles son los fundamentos sobre los que construir las Asociaciones, Federaciones o Confederaciones.

Todas ellas nacen con la finalidad primordial de representación, defensa y fomento de los intereses comunes de sus miembros dotándolas, para ello, de las preceptivas facultades. Es decir, todas ellas se identifican con un eminente espíritu Sectorial que integra y articula los mecanismos para reivindicar los intereses de un determinado Sector productivo del tejido Empresarial.

El nacimiento de las Asociaciones se encuentra atado, con fuertes raíces, a un ideario común. Un ideario que se podría resumir en una frase muy breve, "juntos somos más fuertes". Un ideario que engendra la necesidad de crear los mecanismos precisos que permitan la defensa de los Asociados.

Pero no basta con esa idea de Sector. Además es preciso sumar a ese ideario, componentes de carácter objetivo que se puedan aplicar y, que al mismo tiempo, se puedan ponderar. ¿Qué o cuáles son esos componentes objetivos? Me refiero a los Servicios que son capaces de prestar las Asociaciones a sus Asociados. Y en este sentido hay que hacer un especial hincapié en su necesidad. Necesidad que, además de facilitar el desarrollo profesional de los Asociados y ayudar al mismo, lleva aparejada la independencia precisa de éstas Entidades para poder ejercer las reivindicaciones necesarias del Sector al que representan, tendiendo los puentes de entendimiento que hagan falta y con quien haga falta, pero sin convertirse en "estómagos agradecidos" a los que se pueda controlar. En una palabra, las Asociaciones deben ser autosuficientes en sus estructuras, en su gestión e independientes en su financiación. Y este resumen pasa porque tanto Asociados como Asociaciones deben concienciarse unos de la necesidad de estar unidos y otras de la necesidad de saber lo que son y lo que representan, no sólo para sus miembros sino también para la sociedad.

Hoy más que nunca, se constata la necesidad de unión en un mundo cada vez más globalizado. Basta con mirar a nuestro alrededor para dar fe de ello. Y en ese mundo en el que la necesidad de unión se convierte en algo imprescindible, el Asociacionismo debe ser consciente de su verdadera dimensión Geo-Sectorial, de su autosuficiencia, de su independencia y también, por qué no decirlo, de su necesidad de existencia. Y para ello, para todo ello, nada mejor que trabajar con intensidad y fuerza, por y para los Asociados.