Los cementerios son en ocasiones mucho más que un simple lugar de enterramiento. Algunos de estos espacios destacan por singularidades como su emplazamiento, su arquitectura, la monumentalidad de algunas de sus sepulturas o por personajes célebres cuyos restos reposan allí. El camposanto de Sant Antoni Abat de Alcoy reúne todos estos elementos, hasta el punto de haberse consolidado como uno de los grandes puntos de interés cultural de la ciudad, al mismo rango del modernismo que puede verse en edificios de su casco histórico -un estilo que también está presente en la necrópolis- o sus conocidos puentes. El cementerio forma parte de los programas de visitas guiadas que ofrece la Oficina de Turismo de Alcoy, e incluso está en una ruta europea de camposantos, junto con otros espacios de Roma, París, Londres, Oporto, Cracovia, Viena y otras ciudades españolas como Barcelona, Valencia, Málaga o San Sebastián.

El cementerio alcoyano de Sant Antoni Abat se ubica en el cerro de Cantagallet, junto a la entrada sur de la ciudad y a una cota más elevada que el casco urbano, el cual se divisa perfectamente desde este lugar. Es el cuarto camposanto en la historia de Alcoy y se abrió en 1885, después de que la mortandad provocada por la epidemia de cólera de ese año dejara pequeño el anterior, dedicado a San Vicente Ferrer y ubicado donde hoy se encuentra el colegio del mismo nombre. No obstante, el proyecto definitivo es de 1889, obra del ingeniero Enrique Vilaplana. Lo explica el historiador alcoyano Lluís Vidal, uno de los impulsores de la promoción del cementerio como atractivo cultural junto con su pareja, la historiadora del Arte Elisa Beneyto, cuya tesis doctoral versa sobre la singularidad y monumentalidad de la necrópolis de Sant Antoni Abat.

Sepulturas en el cementerio municipal de Sant Antoni Abat de Alcoy. Foto: Juan Sanz

Vidal explica que se trata de "un cementerio monumental", en el que sobresale "la prestancia de la zona de panteones" y en el que, además, es posible hacer "un recorrido por los estilos artísticos de los siglos XIX y XX", así como por la evolución de su sociedad: "La ciudad de los muertos es un reflejo de la ciudad de los vivos", argumenta. Por ello, mientras Beneyto preparaba su tesis, consideraron que el camposanto podía "ponerse en valor desde el punto de vista cultural", y así se lo plantearon al Ayuntamiento y a la Oficina de Turismo. La propuesta recibió el apoyo de estas dos instancias, que organizaron las primeras visitas piloto. Ante la buena acogida que tuvieron, se decidió consolidar la propuesta, ofreciendo también en fechas señaladas rutas nocturnas por el camposanto, las cuales también han sido siempre un éxito de público. Las visitas guiadas se ofrecen bajo demanda a través de la Oficina de Turismo, aunque es posible ver el cementerio por libre durante el horario de apertura al público, y conocerlo gracias a los paneles informativos instalados en él y a los folletos disponibles en la Tourist Info, así como a través de una aplicación específica para teléfonos móviles Android y de un vídeo subido a Youtube.

Uno de los elementos distintivos del cementerio de Alcoy, y que es algo prácticamente único, son las galerías subterráneas construidas en un extremo de su perímetro original. Según comenta Vidal, hasta el momento no tienen conocimiento de la existencia de algo similar en ningún otro camposanto de España. Se concebieron para el enterramiento de familias pudientes, a modo de panteones en altura. En esta zona reposan algunos personajes alcoyanos destacados, como el célebre alcalde Agustín Albors, Pelletes, asesinado durante la revuelta obrera conocida como Revolució del Petroli, en julio de 1873, y cuyo cuerpo fue mutilado, tal y como se recuerda en la misma lápida. Los restos de Agustín Albors fueron trasladados hasta su panteón subterráneo desde el viejo cementerio de Sant Vicent Ferrer, y después han ido enterrándose en él varias generaciones de su familia, hasta fecha bastante reciente.

Galerías subterráneas en el cementerio de Alcoy. Foto: Juani Ruz.

En superficie, el cementerio de Sant Antoni Abat cuenta con todas las tipologías de sepulturas posibles, desde las más modestas tumbas en tierra o en nichos hasta los panteones o los cenotafios. Entre estos últimos sobresale el que el escultor Llorenç Ridaura construyó para la familia alcoyana Moltó Valor, que representa con figuras femeninas las tres Virtudes: Fe, Esperanza y Caridad. El mismo escultor es autor del ángel que puede verse en el panteón del empresario Agustín Vidal Gisbert, quien era propietario de la conocida como Casa del Pavo, uno de los edificios modernistas más emblemáticos de Alcoy. Si su residencia en vida era un monumento, no menos iba a serlo su descanso para la eternidad: su yerno, el pintor y escultor Fernando Cabrera Cantó, realizó una representación de un dolmen prehistórico, coronada por un pebetero y una guadaña. Éste fue escogido en 2014 como el mejor monumento funerario de España en un concurso promovido a través de internet por la revista especializada Adiós Cultural, una característica que aporta más interés si cabe al camposanto alcoyano.

Si todo cementerio es un reflejo de la vida de la ciudad o el pueblo en el que se ubica, en Alcoy puede decirse que también ha ocurrido a la inversa. En el camposanto hay una zona de enterramientos conocida como "la zanja distinguida", una tipología de tumbas de coste y espacio intermedio entre las fosas o los nichos más simples y los panteones. El desarrollo económico de Alcoy a finales del siglo XIX y principios del XX propició la existencia de una populosa clase media, que por lo general prefirió esta zona para su descanso eterno. Así, ser "de zanja distinguida" era un signo de cierto poder económico, hasta el punto de que el concepto caló como expresión popular entre los alcoyanos. Tal y como explica Lluís Vidal, la frase aún hoy se emplea en la calle; por ejemplo, cuando una persona tiene alguna ínfula, se dice de ella que "se cree que es de zanja distinguida".

Una de las visitas nocturnas que se han organizado al camposanto alcoyano. Foto: Mario Candela

Otro rasgo distintivo del cementerio de Alcoy es la zona reservada a enterramiento de militares. Después de la Revolució del Petroli de 1873, y para contener otras posibles revueltas populares, se ordenó que se estableciera un regimiento permanente en la ciudad, que existió hasta 1980. En consecuencia, a lo largo de todo ese tiempo fueron enterrándose miembros del Ejército en un espacio específico del camposanto. Aquí están, entre otros, los 14 militares fallecidos en un accidente ferroviario ocurrido en Ontinyent en diciembre de 1922, y que formaban parte de la guarnición establecida en Alcoy. Varios vagones de un convoy militar perdieron los frenos y descendieron de manera desbocada desde la estación de Agres hasta la de Ontinyent, donde chocaron de forma estrepitosa contra una locomotora. Los restos de las víctimas de esta catástrofe -en la que, además de los 14 muertos, más de 100 personas resultaron heridas- ocupan una tumba conjunta, de grandes dimensiones y con un pequeño monumento, y en cuya lápida figuran inscritos los nombres de todas ellas.

En el camposanto alcoyano también conviven los espacios dedicados al enterramiento de religiosos -tanto sacerdotes y frailes como monjas- con la zona del "cementerio civil", en la que, sobre todo antaño, se depositaban los restos de personas que no profesaban la fe católica o que, por algún motivo, no eran enterradas en el cementerio general. Esta parcela es totalmente diferente al resto del camposanto, imitando un jardín de estilo anglosajón, y aquí también pueden verse varias curiosidades. Una de las más llamativas es la tumba de una mujer fallecida en 1926, en cuya lápida hay una fotografía en la que aparece ella leyendo un periódico, y con un epitafio que indica que "subió al espacio". Dos datos que revelan que era una mujer muy culta para su época y sin convicciones católicas, y que quiso que las futuras generaciones así lo supieran.

Panteón del empresario Agustín Vidal Gisbert, escogido como el mejor monumento funerario de España en una encuesta en 2014. Foto: Juan Sanz

Todas estas curiosidades y otras más pueden conocerse en las visitas guiadas al cementerio de Alcoy, que llevan el título de "La ciudad dormida". El camposanto es, sin duda, uno de los más monumentales de la provincia de Alicante y la Comunidad Valenciana, y se ha consolidado como un punto de interés más, algo a lo que los propios alcoyanos contribuyen manteniendo cuidados los espacios de enterramiento. Aunque las visitas guiadas se ofrecen en fechas señaladas o bajo demanda a través de la Oficina de Turismo, los folletos y paneles explicativos, junto con la aplicación específica para Android, hacen que cualquier visitante pueda conocer de manera bastante aproximada todas estas particularidades también al recorrerlo por su cuenta. También en el perfil de Facebook del cementerio se informa de las actividades que van realizándose. El cementerio abre sus puertas de 7.30 a 20.00 horas, de manera ininterrumpida, entre el 1 de abril y el 31 de octubre; el resto del año cierra sus puertas a las 18.00. El acceso al camposanto de Sant Antoni Abat se realiza desde el acceso sur a Alcoy de la autovía A-7, tomando después la carretera CV-797, que conduce hacia el santuario de la Font Roja. Junto a esta vía se encuentra la entrada a este cementerio tan singular.