El hecho de compartir en las redes sociales y la forma en la que esto se hace depende mucho del carácter que tenga cada persona, tal y como señala Álvaro García del Castillo, profesor de Psicología de la Salud de la Universidad Miguel Hernández (UMH). Así, explica, «una persona habitualmente más activa en las redes probablemente comunique su intimidad sin pudor», también cuando se trate de comunicar algo tan trascendente y con una carga muy negativa como es una muerte. En cualquier caso, la intención va a ser la misma, el hecho de «sentirse entendido a través de compartir un sentimiento», buscando el apoyo de otras personas, «que a lo mejor no se tiene en el círculo social real o que no resulta suficiente».

El profesor hace hincapié en que «una muestra virtual de apoyo es al final lo mismo que una real», y «si la persona ve que recibe un respaldo, eso va a generar sentimientos positivos», igual que si el mensaje se transmitiera cara a cara. También incide en el hecho de compartir experiencias similares: «El solo hecho de hablar de un acontecimiento traumático es una forma de afrontarlo», y en ocasiones la red se convierte en el lugar más propicio porque no se tienen cerca otros individuos que hayan pasado por algo parecido o, simplemente, «se prefiere» antes que contarlo cara a cara. Sea como sea, «todo lo que sea positivo va a ayudar a la persona». No obstante, matiza también que «hay que evitar caer en el aislamiento del círculo social real a fuerza de centrarse en lo virtual».

Acerca de los homenajes a fallecidos en la red, García del Castillo distingue entre personajes públicos y personas anónimas. De los primeros, «se entiende que si su vida ha sido pública, su muerte también lo es», y dejar un mensaje en su perfil es «una forma de expresar admiración». En cambio, con los segundos cree que «hay que tener en cuenta el deseo de privacidad o no de cada familia, en esto no hay recetas».