Hoy, 6 de diciembre, los españoles celebramos el Día de la Constitución y con motivo de ello, Rubén Alfaro Bernabé, Alcalde de Elda; y Jesús Villar Notario, Alcalde de San Vicente del Raspeig, nos dedican unas palabras que refuerzan el sentido y la existencia de esta Carta Magna.

Un ejemplo de consenso por el bien común

Jesús Villar Notario, Alcalde de San Vicente del Raspeig

El 6 de diciembre de 1978, el pueblo español ratificó en referéndum la Constitución Española, la norma suprema que rige nuestro ordenamiento jurídico. Ya desde su nacimiento, la Carta Magna tuvo vocación de consenso, fue un ejemplo de entendimiento y supuso un vehículo jurídico que facilitó sobremanera el cambio de régimen político, dando pasos firmes y sólidos hacia una recién parida entonces, España democrática.

Han pasado ya 39 años. La sociedad española ha avanzado. La democracia casi embrionaria de aquellos años es ahora un ejemplo de madurez, con un recorrido unificador que ha sabido superar contextos sociales, económicos y políticos de diverso calado, más o menos amables o convulsos. Estoy convencido de que la base de nuestro ordenamiento jurídico ha sido la clave de la solidez de nuestro desarrollo democrático. Pero madurez no implica perfección, más bien aprendizaje, y el aprendizaje es una labor de todos los agentes sociales.

Es responsabilidad de los ciudadanos ejercer como constitucionalistas, porque ninguna ley, ninguna norma, ningún marco jurídico, tiene sentido sin el pueblo al que va dirigido; mientas que, corresponde a los poderes públicos, la responsabilidad de habilitar los mecanismos para hacer posible el cumplimiento de los principios que promulga. De esta forma, con la implicación de todos, la Constitución se mantendrá viva y con ella, nuestro sistema democrático. No debemos tener miedo a avanzar hacia un modelo que se adapte al siglo XXI, a los actuales derechos sociales básicos, a un modelo territorial perfilado y definido, y a nuestra vocación europeísta.

Las nuevas generaciones de españoles, aquellos y aquellas que no vivieron la Transición, no concebirían su presente en una España sin que la libertad fuera el valor superior del ordenamiento jurídico, sin pluralismo político, sin que todos los ciudadanos fueran iguales ante la ley o sin una separación entre poderes que garantice la independencia y eficacia del sistema, entre otros muchos principios democráticos. Pero todo esto, a lo que nos hemos acostumbrado con tanta facilidad volviendo vaga la memoria, es el fruto de un amplio consenso en las Cortes y en las urnas, en una etapa social y política de grandes dificultades donde, sin embargo, el diálogo y la pluralidad fueron los rasgos imperantes por el bien común de todos los españoles.

Sigamos pues ese ejemplo. Hoy es un día para felicitarnos por haber conseguido cerca de cuatro décadas de estabilidad democrática, pero también de hacer propósito, el de ponernos manos a la obra para seguir sumando progreso, consenso y futuro democrático. Esa es la forma de conseguir una España todavía más justa, libre e igualitaria, sembrando el germen de la confianza en nuestras instituciones y en un sistema jurídico amparado en una Carta Magna que avance en paralelo a las necesidades de su sociedad.

La Constitución nos une

La Constitución nos uneRubén Alfaro Bernabé, Alcalde de Elda

Como cada 6 de diciembre, celebramos el aniversario de la aprobación de la Constitución Española de 1978. Un buen momento para felicitarnos por nuestra Carta Magna y hacemos votos para que, por muchos años, siga salvaguardando nuestros derechos y defendiendo nuestra libertad.

La Constitución de 1978 fue el resultado de un emocionante e intenso esfuerzo social, político y porque no decirlo, intelectual, en la apertura de aquellas primeras Cortes democráticas después de cuarenta años sin democracia.

Los representantes del pueblo español, a través de los partidos políticos, elaboraron una Constitución para todos, una Constitución en la que los derechos de todos estuvieran defendidos y en la que todos estuviéramos integrados.

Nuestra Ley de leyes es el resultado del trabajo que, de manera inteligente, eficaz y generosa, llevaron a cabo los llamados “padres de la Constitución”, parlamentarios que hicieron un esfuerzo notable por llegar a acuerdos y consensos para hacer de ella el punto de encuentro de los españoles, que ansiaban vivir en libertad, en paz y en armonía los unos con los otros.

Por tanto, nuestra Constitución es la del consenso y la concordia, es la Constitución de todos. Al elaborarse, todos los españoles cedimos algo en nuestras ideas y en nuestros proyectos, y esa es la verdadera grandeza de la misma. Nuestra Constitución es, sin lugar a dudas, la Constitución del éxito.

Es el éxito de ese día a día el que desde hace 39 años, los españoles ejercemos nuestra libertad, nos sentimos protegidos en nuestros derechos y progresamos material, social y culturalmente.

Y ese éxito está fundamentado en algo tan simple y tan evidente como que la Constitución es de todos. Y es de todos porque es la Constitución del conjunto de todos los españoles iguales y libres.

Aquel año, aquel 1978, triunfó la ilusión por compartir un futuro de libertad y prosperidad para todos. Hoy, como entonces, también queremos construir juntos ese futuro.

Un futuro en libertad, un futuro con solidaridad, un futuro en el que no haya pueblos ricos y pobres. Un futuro que recupere el espíritu de concordia y que nadie lo ponga en riesgo. En 1978, los españoles supimos mirar a los demás para sacrificar parte de las aspiraciones propias y conseguir que lo mucho que nos une, estuviera por encima de lo poco que nos separa. Ahora, casi cuatro décadas después, debemos seguir profundizando en todo lo que tenemos en común.

Y es por ello que hoy, quiero reiterar la fidelidad al espíritu de concordia, de consenso y de generosidad que está detrás del texto de nuestra Constitución. Un espíritu del que nos hemos impregnado jóvenes políticos como yo para romper con actitudes de enfrentamiento, menosprecio o intolerancia que, por desgracia, algunos todavía siguen ejerciendo sin entender que la democracia es gobernar siempre con el diálogo y la participación de todos.