En verano debemos extremar las precauciones en lo que al cuidado de los ojos se refiere. El aumento de la temperatura, el sol, la sequedad provocada por el viento cálido y el agua de mar o piscina son algunos de los factores que hacen que los ojos se conviertan en una de las partes más vulnerables durante el verano. De hecho, la radiación es mucho más alta en países de latitudes mediterráneas y los expertos advierten que el melanoma puede comenzar en los párpados.

Por ello, los especialistas de Oftálica te dan algunos consejos para que este año puedas disfrutar del buen tiempo y del tiempo libre sin poner en peligro tu salud ocular y la de tus hijos.

El doctor Enrique Chipont, director médico y especialista en Oftalmología pediátrica de Oftálica explica que "un 10% del cáncer de piel aparece en el rostro, lo que hace imprescindible proteger la zona ocular desde los seis meses de vida". Como la piel tiene memoria y acumula horas de sol, el exceso de radiación al que sometamos a los niños podría derivar en futuros problemas de salud.

Además, si observamos un bultito en la raíz del párpado, que sangre, pique o destruya pestañas y éstas se caigan conviene visitar al médico. También pueden aparecer lunares visibles en el globo ocular que debemos controlar si aumentan. Es importante concienciarnos tanto de la crema protectora como de proteger nuestros ojos que sufren del mismo modo. Si nos hemos concienciado con el uso de crema protectora deberíamos concienciarnos también para proteger los ojos porque son un tejido como la piel y sufren del mismo modo.

La importancia de las gafas de sol para los peques

Si los niños son expuestos al sol desde muy pequeños los efectos se darán a corto y medio plazo. A corto plazo los niños pueden sufrir queratitis, irritación ocular, fotofobia, conjuntivitis y a largo plazo problemas como degeneración macular asociada a la edad y cataratas. El 50% de la radiación ultravioleta a la que nos exponemos a lo largo de nuestra vida recae en nuestro sistema visual antes de los 18 años y el daño es acumulativo.

El cristalino es nuestra principal defensa ante los rayos UVA y en los niños las estructuras oculares no terminan de desarrollarse hasta los 8 años. Los ojos de los niños más pequeños dejan pasar más luz de la que debiera. Si a eso le añadimos unas gafas que no protegen, lo único que harán será dar sensación de oscuridad, por lo que la pupila se dilatará más y entrarán aún más rayos de sol. En el primer año de vida, el ojo del bebé recibe el 90% de la radiación UVA y el 50% de la UVB, por lo que nunca debe estar expuesto a la luz solar de forma directa. A partir de los 12 años los ojos todavía reciben el 60% de la radiación UVA y el 25% en la UVB, con especial incidencia en los niños rubios o pelirrojos con ojos claros.

Otros problemas típicos del verano que afectan sobre todo a los más pequeños son los orzuelos por obstrucción de las glándulas del párpado (que requieren calor para que ese punto dilate y salga la porquería o cremas específicas) y la conjuntivitis. Estas últimas están provocadas por la insana mezcla de fluidos corporales y cloro, algo que se puede evitar con gafas de buceo. Las conjuntivitis desaparecen en una semana con ayuda de colirio para la irritación y legañas. Pero los expertos advierten: si pasado ese tiempo no remite, urge volver al médico porque pueden aparecer membranas en el ojo que no permiten que el colirio haga efecto e incluso infiltrados en la córnea que puede llegar a provocar pérdida de visión.

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