He aprendido algo, nunca el nombre de un plato definió tanto la identidad de un lugar. La historia de un rincón que es mucho más que un restaurante, más que un sitio donde ir a comer y alimentarse. En el restaurante El Caldero entras creyendo que sabes a que vas, pero ese pensamiento es un espejismo, y cuando sales lo haces con la certeza de que has aprendido algo más de nuestra tradición y raíces en la cocina de sabor intenso a mediterráneo, la cocina del mar y los pescadores, sabor a cariño y horas de constancia es lo que te llevas de este pequeño rincón culinario en el barrio alicantino del Raval Roig, porque no podía ser de otra manera ya que en otro tiempo, esta zona fue un barrio habitado por familias de pescadores, donde por costumbre y cultura ya se preparaban en las casas estos mismos fondos de caldero que hoy día, con más conocimiento y rodaje se preparan desde bien temprano en la mañana sobre los fuegos de este restaurante, El Caldero.

Gracias a esta familia tenemos en nuestra ciudad un trocito de Tabarca, la isla plana que derrocha historia en un entorno puramente mediterráneo, donde puedes comer en una de sus terrazas un arroz mientras respiras mar, frente a su playa de agua cristalina.

Nunca valoré tanto ese trozo de tierra hasta que mi visita a El Caldero me abrió los ojos, no hablo sólo de gastronomía, es el sacrificio que hay detrás de cada temporada y el tener que estar lejos de los tuyos para mantener y mejorar en el tiempo un sueño que se construyó muchos años atrás, mantenerlo vivo y ampliarlo, como el caso de este restaurante que desde hace unos años lo dirige, con éxito, la tercera generación de hosteleros en la familia. Ella es la joven y bien formada Ainhoa Niceto, la pequeña de la familia Valera Samblas que desde que abrió los ojos vive inmersa en la restauración, siempre buscando mejorar y formándose. Acaba de titularse como sumiller, además de interiorista y es que Ainhoa es una caja de sorpresas, bien orgullosos están de ella sus padres Mar Valera y Jacinto Niceto, la segunda generación de hosteleros que dió vida a este restaurante en "el Raval".

Platos a destacar, sin duda el Carpaccio de gambas con merluza y AOVE, es muy fresco, muy aromático y fino, con lo cual para abrir boca va genial, para las entradas mejor dejarse recomendar por el equipo de sala que lo hace genial y no fallan, pero sin duda no puedes marchar sin probar el plato que da nombre al restaurante, el caldero que en cualquiera de sus versiones está increíble, de eso ya se encarga Mónica que tantos años lleva apoyando con su buen saber hacer, yo la llamo la guardiana de los fondos y la salmorreta.

El Caldero podría ser la extensión o la versión noventera de su hermano mayor Mar Azul de Tabarca, que mira hacia el mar desde primera línea de playa y te da la bienvenida cuando pones el pie en la isla. Este restaurante que alcanza a dar un sinfín de cubiertos al día, es la creación de Angel y Ana que son la primera generación de hosteleros de la familia y que pisó Tabarca en los años setenta para emprender en un proyecto de vida, de herencia y de muchas temporadas dispuestos a dar de comer a cientos de personas, dando a conocer su nombre al turista internacional.

Allí encontramos al gran Arnau al mando de la sala, mano a mano con Jacinto que desde la cocina se encarga que todo salga en su punto y a tiempo, un tándem necesario para dirigir la temporada hacia el éxito y con los ánimos suficientes para volver a la siguiente.

Mar Azul pertenece a la historia de la isla, de su cultura gastronómica y forma gran parte de la experiencia del visitante.

Platos a destacar en Mar Azul como entradas, los lomos de bacalao rebozados, son de esas frituras de siempre con sabor a mar que no pueden faltar en una jornada tabarquina. También destacar su calamar fresco de potera a la plancha con su tinta, tierno y sabroso, producto bueno y en su punto que nunca falla. Para acabar bien y eficientemente, su caldereta con bogavante que tiene un toque picante espectacular y además recomendado comer con el arroz, un intenso espectáculo como la intensidad de su sabor, de El Caldero a Mar azul y de Mar Azul al cielo, ya puedo descansar en paz.