Lucir una dentadura sana, alineada y blanqueada se ha convertido en carta de presentación en la sociedad actual. Por eso el blanqueamiento dental forma ya parte de los tratamientos habituales en la consulta de los dentistas quienes advierten de los riesgos de utilizar sin control productos blanqueantes y de caer en la obsesión de un diente cada vez más blanco, patología conocida como blancorexia.

Hay que tener muy en cuenta que, el punto de partida para someterse a un blanqueamiento dental es tener una boca sana, tanto en dientes como en encías y, además ser mayor de 18 años. Y también que, las personas que están capacitadas para llevar a cabo estos tratamientos son los dentistas; quienes deben aplicar un producto agresivo sobre el diente, algo que requiere una supervisión directa y mucho control.

Las moléculas que más se emplean en los laboratorios para realizar los tratamientos de blanqueamiento dental son principalmente, el peróxido de hidrógeno (en concentraciones entre el 0,1 y el 12%) y el peróxido de carbamida (entre el 16 y 32%) ya que en ambos casos el oxígeno que desprenden es el que blanquea el diente. Estos elementos consiguen bajar la sensibilidad que el blanqueamiento dental puede producir, sin lesionar prácticamente la microdureza del esmalte.

En la actualidad este tratamiento es de los más efectivos, seguros y con un coste asequible y razonable.

Proceso del blanqueamiento dental

Antes de llevar a cabo el tratamiento es necesario un control odontológico para constatar la ausencia de caries, patología periodontal o cualquier otra afección bucodental ya que, de lo contrario, los efectos pueden ser perjudiciales. Además, es conveniente realizar una limpieza dental.

La técnica de blanqueamiento dental más empleada en la consulta del dentista es la mixta: con una fase clínica y otra ambulatoria, aunque en algunos casos puede ser una u otra.

La sesión clínica dura unos 30 minutos. Tras proteger los tejidos blandos peribucales, se coloca al paciente un gel de peróxido en boca. La concentración del peróxido y el tiempo de exposición se ha de personalizar según la boca de cada paciente.

Con una lámpara de luz fría se potencia el efecto de la exposición acortando el tiempo. Las lámparas modernas de luz fría, tipo led, trabajan a las longitudes de onda óptimas para la liberación de las moléculas de oxigeno.

La segunda fase continúa en casa con la aplicación del gel blanqueador mediante unas férulas durante varias horas al día a lo largo de unos cuantos días, según los casos.

Según comentan los dentistas, después de la sesión clínica ya se consigue una bajada de dos o tres tonos, algo reconfortante para el paciente que percibe el blanqueamiento como uno de los pocos tratamientos dentales premio ya que no necesita anestesia y apenas produce molestias.

El efecto secundario más habitual y pasajero que pueden sentir los pacientes que se somenten al blanqueamiento dental es la hipersensibilidad dentinaria que se puede controlar también con productos desensibilizantes prescritos por el dentista. En casos de sensibilidad intensa, es pertinente hacer un tratamiento previo con esos desensibilizantes.

Hay que destacar que con el tratamiento blanqueante profesional lo normal es que el diente pierda el color oscuro aclarándose 3 ó 4 tonos, pero no 8 tonos, como prometen alguna publicidad, es algo impisible. El grado de blanqueamiento variará según el esmalte natural y el estado de éste en cada persona.

Un blanqueamiento dental profesional tiene una duración larga en el tiempo, pero precisa de un mantenimiento una vez al año.